
La tierra para hacer la casa fue traída de la provincia de Los Santos.Foto: JESÚS SIMMONS
La tierra para hacer la casa fue traída de la provincia de Los Santos.Foto: JESÚS SIMMONS
La tierra para hacer la casa fue traída de la provincia de Los Santos.Foto: JESÚS SIMMONS
“Esta es una tradición muy bonita, que poco a poco se está perdiendo. Deben hacer algo para que no muera”.
Onilda Villarreal
“Estoy contenta de poder disfrutar de una tradición tan autóctona como esta. Es un privilegio estar en este lugar con los amigos”.
Lidia de García
“No hay nada como las tradiciones del campo, porque son nuestra identidad. Hay que hacer algo para que no muera”.
Marichel Villarreal
La comida no podía faltar en la embarra.
La tierra debe estar en su punto.
No se le puede echar cualquier paja.
La tierra para hacer la casa fue traída de la provincia de Los Santos.Foto: JESÚS SIMMONS
“Esta es una tradición muy bonita, que poco a poco se está perdiendo. Deben hacer algo para que no muera”.
Onilda Villarreal
“Estoy contenta de poder disfrutar de una tradición tan autóctona como esta. Es un privilegio estar en este lugar con los amigos”.
Lidia de García
“No hay nada como las tradiciones del campo, porque son nuestra identidad. Hay que hacer algo para que no muera”.
Marichel Villarreal
La comida no podía faltar en la embarra.
La tierra debe estar en su punto.
No se le puede echar cualquier paja.
La tierra para hacer la casa fue traída de la provincia de Los Santos.Foto: JESÚS SIMMONS
“Esta es una tradición muy bonita, que poco a poco se está perdiendo. Deben hacer algo para que no muera”.
Onilda Villarreal
“Estoy contenta de poder disfrutar de una tradición tan autóctona como esta. Es un privilegio estar en este lugar con los amigos”.
Lidia de García
“No hay nada como las tradiciones del campo, porque son nuestra identidad. Hay que hacer algo para que no muera”.
Marichel Villarreal
La comida no podía faltar en la embarra.
La tierra debe estar en su punto.
No se le puede echar cualquier paja.
La tierra para hacer la casa fue traída de la provincia de Los Santos.Foto: JESÚS SIMMONS
“Esta es una tradición muy bonita, que poco a poco se está perdiendo. Deben hacer algo para que no muera”.
Onilda Villarreal
“Estoy contenta de poder disfrutar de una tradición tan autóctona como esta. Es un privilegio estar en este lugar con los amigos”.
Lidia de García
“No hay nada como las tradiciones del campo, porque son nuestra identidad. Hay que hacer algo para que no muera”.
Marichel Villarreal
La comida no podía faltar en la embarra.
La tierra debe estar en su punto.
No se le puede echar cualquier paja.
La tierra para hacer la casa fue traída de la provincia de Los Santos.Foto: JESÚS SIMMONS
“Esta es una tradición muy bonita, que poco a poco se está perdiendo. Deben hacer algo para que no muera”.
Onilda Villarreal
“Estoy contenta de poder disfrutar de una tradición tan autóctona como esta. Es un privilegio estar en este lugar con los amigos”.
Lidia de García
“No hay nada como las tradiciones del campo, porque son nuestra identidad. Hay que hacer algo para que no muera”.
Marichel Villarreal
La comida no podía faltar en la embarra.
La tierra debe estar en su punto.
No se le puede echar cualquier paja.
La tradición se cumplió al pie de la letra, ya que antes de empezar la faena los embarradores desayunaron tortilla asada, yuca salcochada, bollos y carne guisada. El desayuno no se había terminado cuando las cocineras empezaron a poner la olla en el fogón para preparar una sopa de carne de res.
El secreto para hacer una casa de quincha radica en escoger buenos materiales (bejuco, paja, tierra y cañaza.) El carpintero también juega un papel muy importante.
José Isabel Villarreal, director de la casa de quincha que se construyó en Mi Pueblito, manifestó que la mejor tierra para hacer casas de quincha es la de Los Santos.
Pero lo más bonito de esta tradición es el sentimiento de compartir con el vecino lo poco o lo mucho que se tenga, ya que para hacer este tipo de casas todos aportan su granito de arena.
Esto fue lo que motivó a Villarreal a construir la casa de quincha en Mi Pueblito. Además de dejar un legado para la juventud que cada vez se interesa menos por las tradiciones panameñas.
En medio de la tarea los trabajadores beben, saloman, ayudan a las mujeres en la cocina, bailan y cantan tamboritos.
Lo que más le preocupa a Villarreal es que todas estas cosas que implican una junta de embarre están prácticamente extinguidas y los jóvenes no muestran ningún interés en aprender.
Le meten la mano
Esa misma preocupación la comparte la profesora Noris Correa de Sanjur, administradora de Mi Pueblito, quien expresó que van a rescatarlo. Agregó que empezarán a hacer actividades folclóricas de todo tipo y abrirán al público los restaurantes.
El objetivo es hacer de Mi Pueblito una parada obligatoria para nacionales y extranjeros, dijo la funcionaria. Es por esto que no se escatimarán en gastos para lograr su rescate.