Desarrollo

A jugar se ha dicho


Peggys Pino / Estudiante de Psicología - Universidad de Panamá -

Por medio del juego, el pequeño estimula sus sentidos y músculos, adquiere destrezas y habilidades, además de experimentar sentimientos, pensamientos y deseos que aprende a interiorizar respectivamente, pero sobre todo, contribuye de manera significativa al proceso de socialización con los demás pares.

Los padres son los primeros compañeros de juego del niño, por eso, es necesario que tengan en cuenta los beneficios que genera en sus hijos.

El juego se desarrolla por etapas, según el nivel de desarrollo mental del niño. Los más pequeños inician con un juego donde la repetición de movimientos musculares es típica, tal como hacer rodar una pelota o aplaudir.

Alrededor de los cuatro años, pasan a un juego caracterizado por utilizar objetos o materiales para hacer cosas: una casita con legos o cubos, dibujos con lápices de colores.

Luego en edades prescolares, recurren al juego de simulación o fantasía.

Último nivel

Es cuando el niño aprende a jugar utilizando las reglas y la organización (El Escondite, “La Papa Caliente”), son juegos que involucran recompensas y castigos.

Este nivel se mantiene entonces hasta la adultez. Comprender estos niveles del juego según la edad, ayuda al adulto a interactuar con su hijo y a elegir los juegos más adecuados para los suyos.

Los que juegan a menudo Tienden a ser más alegres, sociales y cooperativos

Estudios han demostrado que los niños que juegan con regularidad, se conocen a sí mismos y aprenden a compartir, en comparación con quienes no lo hacen. Incluso, las habilidades lingüísticas y las emociones se ven mejor desarrolladas en los niños que juegan con frecuencia. El chico aprende a organizarse, establecer roles e incluso negociar con los demás.

En la siguiente frase podemos observarlo: “Hoy jugaremos a los doctores. Yo soy el enfermo y tú el doctor. Mañana ya no soy el enfermo, ¿está bien? Le decimos a Pablo que él va a poner la inyección.” En un simple juego de imitación como este, el niño reproduce una gama de conductas, demostrando inclusive un buen desarrollo mental.

Al igual que el sueño y una adecuada alimentación, el juego es un indicativo esencial de la salud del niño. Si nota que su pequeño no muestra deseos de jugar o repentinamente ha dejado de hacerlo, estos signos pueden revelar algún tipo de padecimiento, ya que el juego siempre exige al niño una actitud activa que se ve reflejada en sus energías para participar.

Es muy importante que los adultos les ofrezcan a los niños todo el espacio y los materiales requeridos para jugar.

Comparta tiempo con sus hijos

Armen rompecabezas, hagan figuras con masilla, revuelquense en el piso, bailen o practiquen algún deporte.

Cuando hay adolescentes, los juegos de mesa y acertijos son muy populares y divertidos, las risas y momentos que generan facilidad para el juego, son saludables para fortalecer la relación padre-hijo.