La ESC es un delito que ocurre cuando una o más personas involucran a un niño, niña o adolescente en actividades sexuales o eróticas a cambio de una remuneración económica o de cualquier otro tipo de retribución en especie (ropa, alimento, drogas, entre otros).
Es una amenaza real
Gloria Lozano de Díaz, directora de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senniaf), sostuvo que desde el 2007 hasta la fecha se han recibido cerca de 200 denuncias. En el Departamento de Atención de Víctimas de Violencia Sexual de esa institución, de enero a octubre del 2010 se atendieron 20 casos, de estos 14 fueron “supuesto abuso sexual” y seis por “supuesta explotación sexual comercial”, mientras que hasta junio de este año va por la séptima.
Llamado al sector turismo
El área en la que se está haciendo especial énfasis es en el sector hotelero, pues al ser Panamá un país donde el turismo va más en crecimiento, esto podría prestarse para una doble intención.
“Sabemos que hay una población que se mueve alrededor del turismo, que está muchas veces inclinado a la búsqueda de incurrir en este delito”. Y es que es sabido también que hay toda una red que se mueve para utilizar a un ser humano para ejecutar ciertos tipos de trabajo. También se dan casos aislados.
Huellas de por vida
La Senniaf promueve, además, la atención a la víctima de ESC, porque “la lesión emocional que queda en un ser humano que ha sido sometido a este tipo de esclavitud es muy fuerte y muy dramático”, aseguró Lozano, quien admitió que aunque la mayor incidencia se da entre las féminas, también existen casos en que las víctimas son varones.
Datos de alerta
Según explicó la abogada de Senniaf, Argelis Escudero, los principales signos de alarma que pueden tomar en cuenta los padres de que algo no anda bien con sus hijos, es cuando estos lleven objetos de valor a casa que ellos no les hayan comprado, así como las bajas calificaciones o deserción escolar, depresión y agresividad.
Las edades entre 14 y 16 años son las más vulnerables, sobre todo de quienes están en áreas turísticas y fronterizas como la provincia de Chiriquí y Bocas del Toro, así como aquellos que trabajan en la calle. Aquí también hay que tomar en cuenta que hasta taxistas se prestan para cometer el delito.
Desde el victimario hasta la víctima
Cliente – explotador:
Es la persona quien paga o promete pagar a un niño, niña o adolescente, o a un tercero, para que esa persona menor de edad realice actos sexuales directamente con ella.
Proxeneta:
Es la persona o grupo de personas que utilizan a niños, niñas y adolescentes para que realicen actividades sexuales a cambio de una remuneración o ventaja económica.
Intermediario:
Es la persona que realiza actividades para contactar a “clientes explotadores” con el proxeneta o con la víctima, o a quien, a sabiendas, presta un servicio que permite que este contacto tenga lugar, aunque no reciba a cambio remuneración (cómplice del delito).