La casa estaba llena de alegría y esperanza. Libardo Lino, de 15 años, protegía a los más pequeños; mientras compartía con ellos los juegos, pues tenían un motivo especial: celebraban el Día del Niño.
Las voces de más de 50 niños, que pertenecen a los programas de Casa Esperanza, en este caso de Bella Vista, se conjugaban por la emoción de disfrutar encestar la pelota en la boca del payaso, cantar un bingo, bailar y hasta entretenerse con videojuegos.
Con alegría, Libardo disfrutó de la compañía de los pequeños, anuente de que hay niños de su edad que no quieren celebrar la fecha.
Pero esta fiesta fue singular, porque al estilo feria, todos podían decidir en qué juego participar, cada uno con reglas establecidas.
Miriam Murillo, coordinadora del centro, explicó que tienen capacidad para atender a unos 350 niños, a quienes se les ofrece salud, educación, desarrollo social y personal, deporte, cultura y recreación.
La mayoría de los niños y adolescentes están en condiciones de extrema pobreza, procedentes de áreas como Curundú.
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