Esta columna la he escrito antes y la adapto a los exámenes bimestrales, porque ustedes mismos me lo han pedido.

Hola, niños y jóvenes...aún. Digo aún, porque hoy pueden tener 10 ó 15 años, pero en menos de lo que canta un gallo, tendrán 30 años, y de ahí en adelante, llegar a la tercera edad, es un pasito. Es así, aunque ahora lo vean más lejos que Plutón.

Por eso, ahora que están en exámenes bimestrales, quiero hablar con ustedes. ¡Olvídense de papá y mamá! Hoy sólo somos ustedes y yo.

Para empezar, a nadie le gusta que lo sermoneen. A mí tampoco. Por tanto, si no queremos oír un sermón de papi o mami, comiencen por ponerse un horario de estudios. Fíjense: una hora diaria, no le hace daño a nadie, ni siquiera a ustedes. ¿Qué es una hora menos de televisión o chateo, o montar bicicleta, si la comparamos con evitar el sermón del día , por no haber cogido un libro para estudiar? Fíjense: ¡sólo una hora de estudio cada día! Acéptenlo, eso no es nada, y les resuelve una semana de sermones. Además, los prepara bien para el día siguiente.

Otra cosa: hay que fregar los platos, sacar la basura y arreglar las camas. ¡Óiganme... esto tampoco es la gran cosa! A mí me ponían a barrer, trapear, lavar, cocinar, fregar... wao... eso sí era trabajo. Encima, me exigían notas arriba del 4, si no, la cuera no me la quitaba nadie. ¡Ahh!, si no trapeaba bien, era otra cuera.

¿Me van a decir a mí, que ahora es más duro que antes? ¡Nooo! ¡No sean flojos! Y, por si fuera poco, a los papás de ahora no nos gusta mucho dar rejazos, porque, aquí entre ustedes y yo, nos duele mucho llegar a la casa y verlos muy poco. Entonces, no nos gusta darles un tucazo cuando tenemos tan poco tiempo para compartir con ustedes. Créanme, todos los padres sentimos esto. Así es que pueden aprovecharse de esta situación, para manejarnos y manejarse ustedes mismos.

¡Háganme caso! ¡Una hora diaria! Eso es todo, y tendrán el año libre de sermones y regañones por malas notas. Y recuerden, esto es entre ustedes y yo. ¡Hagamos el trato!