El peligro aún persiste en la ribera del río Risacua, donde se mantiene ubicado un asentamiento indio de unas 170 personas desde hace algunos meses, y con la última crecida casi se lleva todo porque dejó a muchos sin ropa, gallinas, perros y pailas.
Este grupo, en su mayoría, corresponde a personas que fueron desalojadas de la Villa del Indio y se trasladaron posteriormente a un terreno cerca del río, pero nunca pensaron que era su propio enemigo.
El 50% de la población que se sitúa en esta ribera corresponde a menores, entre ellos recién nacidos y niños menores de cinco años, quienes tuvieron que subir a la parte más alta del terreno para evitar que la fuerza de la corriente los arrastrara; mientras los más jóvenes procedieron a subirse en las ramas de los árboles para escudarse de la furia del río.
José Pablo Bejerano, quien residía en el área de Soloy, lleva varios años viviendo en David y manifestó que observó cuando el río comenzó a crecer en horas de la tarde de este lunes.
Las chozas improvisadas en las que viven se inundaron por completo, ya que las aguas del río los encerró en una isleta, no quedando otra alternativa que refugiarse en el sitio más alto, de tal forma que el agua no los alcanzara.
Es la segunda vez que el río se desborda, y no le queda otra alternativa a este asentamiento indio que salir del lugar.
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