Su madre María Pineda es una mujer humilde de pocos recursos, que para poder comprar las medicinas tiene que hacer milagros. Está preocupada por la situación en la que se encuentra su hijo, porque sólo come alimentos líquidos y no hay dinero ni siquiera para pagar los más de 700 dólares que deben en el hospital.

Wilfredo tiene que someterse a una segunda operación, por lo que le sacarán hueso de su cadera para poder ubicarle una pulgada de mandíbula que le hace falta.

Hoy tiene cita médica, necesitaba 20 balboas para unas radiografías y el padre Rómulo Aguilar, a quien él le limpiaba los zapatos, se los dio. "Ahora mi hijo está impedido para alimentarse, mientras ese policía debe estar muy bien", afirmó María pidiendo justicia.