
Juan Gómez y Alexis Quintero son dos amigos que trabajan para obtener el sustento.
Fotos: EVERGTON LEMON
Juan Gómez y Alexis Quintero son dos amigos que trabajan para obtener el sustento.
Fotos: EVERGTON LEMON
Juan Gómez y Alexis Quintero son dos amigos que trabajan para obtener el sustento.
Fotos: EVERGTON LEMON
Venden el jugo de caña hasta en botellas.
Trabajan incansablemente.
En carros particulares pasan a comprar.
Este es su humilde local.
Juan Gómez y Alexis Quintero son dos amigos que trabajan para obtener el sustento.
Fotos: EVERGTON LEMON
Venden el jugo de caña hasta en botellas.
Trabajan incansablemente.
En carros particulares pasan a comprar.
Este es su humilde local.
Juan Gómez y Alexis Quintero son dos amigos que trabajan para obtener el sustento.
Fotos: EVERGTON LEMON
Venden el jugo de caña hasta en botellas.
Trabajan incansablemente.
En carros particulares pasan a comprar.
Este es su humilde local.
Juan Gómez y Alexis Quintero son dos amigos que trabajan para obtener el sustento.
Fotos: EVERGTON LEMON
Venden el jugo de caña hasta en botellas.
Trabajan incansablemente.
En carros particulares pasan a comprar.
Este es su humilde local.
Juan Gómez y Alexis Quintero son dos amigos que trabajan para obtener el sustento.
Fotos: EVERGTON LEMON
Venden el jugo de caña hasta en botellas.
Trabajan incansablemente.
En carros particulares pasan a comprar.
Este es su humilde local.
Desde La Estrella de Bugaba, en la provincia de Chiriquí, emigró Juan hace 11 años. Él invirtió 660 dólares para comprar un trapiche y ofrecerles jugo de caña a los panameños que desean probar bebidas del hombre del campo.
En el barrio de Santa Ana, con su familia, integrada por su esposa y dos hijos, es donde reside Gómez, quien logra sostenerla con las ganancias que obtiene de las ventas del jugo de caña, cuyo producto trae desde Chiriquí.
Por su parte, Alexis Quintero, gran amigo de Juan en las ventas, se siente satisfecho por la buena aceptación que han tenido del público con el jugo de caña, ya que es un producto natural. Él considera que en esta época es difícil conseguir un líquido tan nutritivo como el que ellos ofrecen.
Quintero también se refugió en el barrio de Santa Ana cuando vino de Chiriquí. Él, por su parte, lleva 32 años en la capital, pero hace cinco años decidió apoyar a su amigo, para así obtener dinero para subsistir.
Conductores de buses, carros particulares, pasajeros y peatones pasan por su local, ubicado en la vía, para comprar su refrescante bebida natural para calmar la sed.
Los vasos de jugo de caña cuestan desde $0.50 hasta $2.50 el litro del líquido. Ellos aconsejan a todos los que se les dificulta conseguir trabajo decidirse a ser sus propios jefes e inventar un negocio.