Su misión es mantener el orden. Sólo su presencia a muchos les da miedo, pero deben imponer respeto. Se trata de las unidades de control de multitudes que desde 1990, año en que fue creada la unidad, tienen la responsabilidad policiva de atender todas las situaciones donde haya descontrol multitudinario. Por ejemplo, cierre de calles, incendios o reyertas en las cárceles.

CARGAN MILES

Sólo en la Unidad de Control de Multitudes (UCM) del corregimiento de Curundú, sede principal en Panamá, hay unas 200 unidades y están a cargo del comisionado David Ramos. Para vestir a un antimotín la Policía invierte unos 2 mil dólares.

Explicó que la preparación de las unidades dura unas seis semanas, en las que se les entrena físicamente, en formaciones, desplazamientos vehiculares, pero igual reciben constantes capacitaciones. Si no hay manifestaciones, son policías regulares.

Su tarea no es fácil, porque los antimotines, además de mantener la seguridad, deben cargar un uniforme que pesa 11 libras y está confeccionado con una tela especial de retardante al fuego (nomex) y que cada seis años es evaluado para buscarle mejoras. Los traen de Canadá.

Aunque se parecen a "Robocop", en los disturbios también salen heridos y generalmente con lesiones en los dedos, rodillas y en la clavícula.

Pero cuentan con municiones como: pirotécnicas, balas de goma, gas pimienta, bombas lacrimógenas, municiones de pintura para defenderse. Esta última la usan para marcar a los revoltosos y eso les facilita las detenciones. Otra arma secreta es el lanza agua (El Pitufo) que sólo usaron para reprimir a los estudiantes universitarios.

LAS VIAS NO SE PUEDEN CERRAR

"Paciencia, serenidad y honestidad" es el lema de la UCM. Ellos no salen sólo porque hay un cierre de calles, sino que se requiere la autorización de los altos mandos, luego de haber fracasado el diálogo.

"Nosotros tratamos de usar la fuerza en el nivel que se requiera, pero al margen que nos permita la ley", destacó el comisionado. Por eso graban todo para evitar demandas.