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Marcos anhela mejores días
Marcos Alfonso realizando parte de su labor. (Foto: ROBERTO BARRIOS / EPASA)

Yanelis Domínguez | DIAaDIA

No ve, pero trabaja para subsistir. Marcos Alfonso Cornnely tiene 46 años y hace cuatro perdió la vista totalmente. Sin embargo, esto no ha sido impedimento para que durante todos los días arregle las llantas dañadas de un taller ubicado cerca de la Plaza 5 de Mayo. La práctica de tantos años le hace más fácil el trabajo, pero también necesita la ayuda de sus compañeros, quienes lo guían un poco. Su labor es tan buena que algunos de sus clientes no se percatan de su defecto.

SU INFANCIA FUE DIFICIL

Un plato vacío, una madre con varios hijos fue la razón por la que Marcos abandonó su escuela a los doce años. A esa edad, lo único que sabía hacer era arreglar llantas y con eso aportó algo a su casa. "Pero esto no era suficiente, por horas me sentaba a pensar qué más puedo hacer por mi familia". Frente a él la respuesta estuvo en el gimnasio de El Marañón, donde pasó varias horas de dolor al recibir golpes por B/2.50. diarios, si ganaba la pelea.

EL ACCIDENTE Y EN LA ACTUALIDAD

Pasados cuatro años, decidió reclutarse a escondidas de su madre en las Fuerzas de Defensa de Panamá, donde formó parte de los Doberman, pero huyendo de los bombardeos, selló su vida al caer de un barranco, recibió un golpe tan fuerte que quedó inconsciente, y perdió la vista por un momento en 1989.

Luego de esto recuperó la vista, pero en el 2007, volvió a tener problemas con su visión. Con desesperación asistió a varios hospitales. Sólo un doctor de la Clínica Yee le realizó una operación de cortesía, pero ese remedio no le duró mucho.

Esta situación lo ha llevado a vivir en el taller donde labora, allí duerme y se baña en el Club de Leones, que le queda cerca. En tanto, el señor Lucho, dueño del taller, le ayuda con lo que puede, pues Marcos sólo tiene a su madre, quien está muy enferma y reside en Juan Díaz.

Lo único que pide es que alguien se apiade de él para conseguir la suma de B/2.000.00., que es lo que le han informado le cuesta la operación para curarse. Además teme por su futuro, ya que no quiere quedar en las calles.

Estando entre los Doberman, acumuló cinco vacaciones y alguien le comentó que esas se las pueden pagar, eso sería bueno para Marcos, pues ya no quiere ser una carga para las personas que tanto lo ayudan.





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