A la cacería del mejor precio
Comida de toda la quincena.

Rubén Polanco | DIAaDIA

Salir de su puesto de trabajo cansado, con el estrés que causa la faena diaria y sin ánimos de nada, es común entre los panameños.

Para colmo, en un instante uno recuerda que tiene la plata del supermercado, y para evitar gastársela, decide mejor ir a comprar la comida de toda la quincena, a fin de evitar dejar la despensa vacía.

EL VIAJE

Con esa idea sale Celina de su trabajo, luego de cobrar la quincena. Esta señora aborda un bus, en el cual debe aguantarse el trágico tranque vehicular que azota las calles de la capital en las horas pico.

Llega a un supermercado en Las Cumbres, sitio donde habitualmente hace súper por la cercanía a su hogar, con la esperanza de llevarse a casa todos los productos que alcancen con el dinero que tiene presupuestado.

SORPRESAS

Al entrar al supermercado, Celina toma una carretilla y de inmediato lleva su mano a lo más profundo de su bolso para sacar la lista de productos que necesita, ya que para ella es un pecado gastar más de lo que cuidadosamente tiene planificado. Mientras tanto, su cónyuge se pasea por otros sitios buscando otras cosas para así ahorrar un poco de tiempo.

Cuenta que todas las quincenas ella se lleva sus sorpresas recorriendo los pasillos, pues siempre hay productos un poco más caros que la vez anterior, muy pocas veces bajan el precio.

En su recorrido su mirada se fija primero en el precio, después ve la marca del producto y la fecha de expiración. "Mire usted, ahora subió de precio", dijo cuando tomó un producto enlatado, el pesimismo en su rostro era evidente y no es para menos.

A veces colocaba una lata en la carretilla, luego la sacaba y tomaba otra más barata. Celina dice que "el azúcar ha subido desde hace tres meses". "Antes había arroz bueno y más barato", agrega.

Explica que el molde de pan aumentó de precio, "antes compraba uno en 50 centavos, ahora está hasta en 75 centavos".

LA ESPERA

Luego de un extenso paseo por los pasillos, entre mirar, comparar precios y elegir los productos, se aproxima a la carnicería, donde al igual que otras personas toma un tiquete blanco con el número 20 D, mientras la pequeña pantalla con números rojos en la pared marca el 60 C; Celina, no muy conforme por la espera, explica que la carne subió considerablemente de precio, a diferencia del pollo que hasta en 60 centavos la libra lo consigue en las tiendas.

Después de la espera, el carnicero logra atenderla y le dice: "Me das dos libras de carne pulpa negra suave y una libra de puerco, ya que no hay para más, está muy caro".

EL AUMENTO

Celina considera que el aumento de la Canasta Básica familiar se debe al incremento de los precios de algunos productos, pero "todo depende del súper donde compres" y la espera en la carnicería se la endosa a su esposo, porque no tomó el tiquete apenas llegaron.

Cuando se dirigía a la caja, su cónyuge se le acerca y le dice: "¿Y el Seco?, ¿qué pasó con el Seco"? A lo que ella contesta: "Eso no está incluido en la Canasta Básica familiar".

Este caballero termina pagando sus ansias por el licor, ante la negativa de su esposa.

Celina cancela la cuenta en la caja, la que supera los 200 dólares. Se va observando el tiquete de la registradora, mientras el joven lleva los paquetes en la carretilla para el estacionamiento donde está el auto.

Al concluir el recorrido que hizo DIAaDIA con esta señora, ella sólo alcanza a decir: "Gracias, ahora tendré que ver cómo hago para conseguir plata y poder pasar la quincena".

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