Rodeando un castillo, había dos pájaros: un horrible buitre y una hermosa paloma.
Siempre que el buitre se acercaba, los guardias trataban de expulsarlo, mientras que a la paloma le daban comida. Aun así, el buitre continuaba regresando. Sin saberlo, éste comía las ratas que abundaban en el edificio. El sabio del rey sólo observaba. Un día, los enemigos lograron llegar hasta la habitación del rey. Afuera, estaba la paloma, que los miró sin moverse o hacer cualquier gesto, excepto comer. Pero cuando los soldados enemigos se acercaron al pequeño hijo del rey, que ahí se encontraba, el buitre los atacó. Asustados, empezaron a gritar y pronto los guardias aparecieron, capturándolos. Más tarde, el rey se reunió con su sabio y conversaron sobre lo que había sucedido. "Creo que de ahí podemos aprender algo muy importante, majestad".
- ¿Y qué lección podemos extraer de tan insólita situación, sabio?
"No siempre lo que parece bonito es realmente leal. Aunque la paloma haya sido alimentada, no hizo nada para defender a los que la alimentaron. El buitre sí fue capaz de hacer algo, a pesar de su aspecto desagradable. Creo que él es más bello que la paloma, pues sus actos así lo fueron", dijo el sabio.
- Usted tiene toda la razón. Mis guardias tienen órdenes de alimentar el buitre, como gratitud por lo que hizo. El buitre terminó su vida bien alimentado y sin sufrir persecuciones, la paloma por algo dejó de aparecer en el castillo.
Mira más allá de lo que puedan ver tus ojos. La apariencia o belleza externa no lo es todo.
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