Diversión al estilo kuna en la capital


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A la medianoche la discoteca está en pleno apogeo.

Fotos: RICARDO ARCHIBOLD

  • Diversión al estilo kuna en la capital

    A la medianoche la discoteca está en pleno apogeo.

    Fotos: RICARDO ARCHIBOLD

  • Diversión al estilo kuna en la capital

    De aquí sale toda la diversión.

  • Diversión al estilo kuna en la capital

    A la medianoche la discoteca está en pleno apogeo.

    Fotos: RICARDO ARCHIBOLD

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    De aquí sale toda la diversión.

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    A la medianoche la discoteca está en pleno apogeo.

    Fotos: RICARDO ARCHIBOLD

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    De aquí sale toda la diversión.

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    A la medianoche la discoteca está en pleno apogeo.

    Fotos: RICARDO ARCHIBOLD

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    De aquí sale toda la diversión.

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    A la medianoche la discoteca está en pleno apogeo.

    Fotos: RICARDO ARCHIBOLD

  • Diversión al estilo kuna en la capital

    De aquí sale toda la diversión.

Didier Hernán Gil/ Ricardo Archibold - DIAaDIA

Era un viernes de quincena y en La Peatonal el movimiento comercial había cesado. A eso de las 9:30 p.m. solo quedaban algunos buhoneros recogiendo sus locales improvisados. Los bares aledaños a la Asamblea Nacional era un hervidero de clientes, algunos ya en tragos, otros más cizañosos se mantenían en conversación fumando cigarrillos.

En este recorrido nocturno por la Avenida Central y vías contiguas, se llegó hasta la Calle Monteserín cerca del Instituto Nacional donde hay sitios, casi exclusivos, para indígenas kunas. Increíble, pero cierto.

Dicho y hecho

El primer local en visitar fue una discoteca donde, pasadas las 10:30 p.m., se congregaban los clientes frecuentes de este sitio de diversión. Donde el plato fuerte de la noche era la presentación de un artista kuna. Ese era el tema de conversación.

Es un área donde se encuentran viejos amigos, compañeros de trabajo, moradores de una misma isla en Kuna Yala y hasta para ver, encontrar o fijar una cita amorosa.

La discoteca está ubicada en un segundo piso de un edificio del área, en la entrada se encuentra un seguridad, quien al ver a los clientes frecuentes ni los revisa, pues los conoce de vista. Seguidamente, hay que subir unas escaleras hasta la entrada de la disco donde dos personas atentamente anuncian el costo de la entrada y la colocación del cintillo de la disco.

A la espera del arranque:

Al ingresar a la pista de baile lo que predomina es la oscuridad, las luces de la discoteca y los asistentes se encuentran apostados en las esquinas o pegados a las paredes a la espera de que la discoteca se ponga buena; mientras tanto, ellos comparten algunas ‘pintitas’. Al fondo, y con mayor iluminación, están algunas mesas donde se ubican aquellos que llegaron desde muy temprano a disfrutar de unas cervecitas.

Finalmente, se entabló conversación con los dependientes del bar quienes confirmaron que esa noche había un “show” y que la velada iba a estar muy divertida, incluso mostraron el afiche con el que se había promovido el evento. Solo se vende cerveza y el hielo está a la orden del día.

Caras vemos, corazones no sabemos:

Hasta aquí el área se muestra segura, pero hay quienes se quedaron pensando: ¿De qué isla son estos, pues no los conozco ni los había visto? Es preciso mencionar, que uno de los reporteros es de padres oriundos de la isla Ailigandí en Kuna Yala, lo que permitió entrar en camaradería con algunas personas que le estrecharon la mano y conversaron algunos temas.

A la espera de que llegara la diversión, se percibió que la música era variada, la atención es buena, dentro de lo posible, y hay baños limpios para cuando sea necesario.

Había más que contar:

Mientras la disco ‘se ponía buena’, este medio bajó del edificio y recorrió los bares aledaños. Al frente de la disco, pasada las 11:00 p.m. ya había venta de chorizos asados y carnes en palitos, cigarrillos. Estos negocios son administrados por kunas.

Dio el ‘go’, pero con mesura:

Mientras se ‘parkeaba’ en la entrada de la discoteca, se contactó a su dueño quien manifestó que “está abierta para kunas y no kunas”. Confirmó que no había inconveniente alguno para tomar fotos dentro del local y que, generalmente, los días de cobro se organizan eventos que atraen mucho público, y ese era uno de esos días.

Lo que esconden las paredes:

Luego de esta breve conversación se ingresó a dos bares pequeños, que se encuentran frente a la disco, donde ya se notaban a muchos indígenas ebrios. Tanto así que en grupos, algunos salían cargando a sus amigos y diciéndoles que el guaro se hizo para los hombres. Además de esto, las bachatas predominaban y el que no estaba conversando al menos se entretenía viendo videos musicales en un televisor, mientras ‘se refrescaba’.

La escalera que lleva al paraíso:

Al salir de estos dos bares, se detectó una oscura escalera donde subían y bajaban kunas muy felices. En esta escalera hay una lámpara que se enciende y se apaga para poder subir. Son 22 escalones de acero lo que esconden otro mundo en la parte superior de un edificio que parece estar abandonado, pero que guarda en sí múltiples noches de diversión y convivios kunas en unos seis locales de ventas de cervezas.

Diversión por todo lo alto:

El primer sitio en ver, parece un puesto de buhonería improvisado. Este reúne a rockeros quienes degustan de la música vieja y otros géneros. Eran pocos, pero lo disfrutaban al máximo, bailando, imitando artistas y coreando algunas canciones a todo volumen.

Luego se ingresó a otro bar donde hay mesas de billar, pantallas planas, muchas mesas para los clientes, las cuales estaban llenas. En este local, al menos se encontraban algunas personas que no eran kunas, pero que han entablado amistades con descendientes de esta etnia.

También hay otras comodidades:

En vista de que son varios bares y muchos clientes, hay comercios que le han colocado abanicos industriales para apaciguar el calor que se percibe en el edificio. Hay dos barcitos que aparentan ser más reservados, pues la música es más moderada, el área es limpia y la atención se ofrece en cada mesa; contrario al resto, donde las cervezas se compran en el mostrador.

Ya para terminar el recorrido, en los pasillos y cerca de las oscuras escaleras transita cualquier cantidad de indígenas ebrios. Por suerte no se fue testigo de nadie accidentado al descender por estos escalones.

El panorama era diferente:

Al regresar a la disco, ya estaba llena. El dj anunciaba que dentro de poco estaría en tarima el artista invitado. Contrario a la primera impresión, empezaban a salir las primeras parejas a bailar. Y así ‘la cosas se fue poniendo buena’, tal como lo habían anunciado al equipo de DIAaDIA. En efecto, en esta disco se baila cualquier género musical, tal como si fueran los reyes de la pista. Bailan lo que le pongan y no lo hacen mal. Al rato, unos tres gay se apoderaron de la pista de baile y fueron abuchados, pero ellos parecían llenarse de valor y sacaron a relucir sus mejores pasos.

También abre paso al romance:

Por otro lado, allí se puede contar la cantidad de latinos, como ellos llaman a los no kunas. Generalmente son varones en busca de una ‘kunita’, aunque no se descarta lo contrario. Curiosamente, solo se observó a una dama con su vestimenta de esta etnia.

Ya a la media noche, llegó el artista invitado quien era custodiado por varios seguridad. El orden se mantuvo hasta que finalizó esta presentación tan exitosa. En esas condiciones exclusiva, para un público kuna que tomó fotos e hizo videos como si se tratara de un artista internacional, promovido por un selecto grupo llamado “Kunas Rumbas”.

 
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