Anteriormente había escrito una columna dirigida a aquellos hombres que sin tener el más mínimo pudor gritan todo tipo de improperios y groserías a las féminas que los vuelven locos, pero tranquilos, que esta vez el escrito no es con ustedes.
Mucho se comenta que es parte de la naturaleza del hombre ver a una mujer, pero considero que esta acción se da en ambos géneros, ¡OJO! en situaciones contrarias no me vayan a malinterpretar.
Somos seres humanos y tenemos a nuestra disposición cinco sentidos que Dios nos regaló, y uno de los que ponemos a funcionar es la vista. Al igual que nuestros colegas del sexo contrario, también tenemos derecho a mirar uno que otro prospecto por la calle ¡no sé si me comprenden!
Pero si lo hacemos de cierto modo, somos señaladas como lujuriosas o hasta de una palabra que no se puede mencionar aquí. Es decir, el hombre lo hace por naturaleza y está bien, y si la mujer lo hace está mal, entonces, ¿qué somos?, extraterrestres o qué.
Al igual que ellos, también podemos observar una que otra nalguita acolchonada, unos músculos más duros que una roca, unos ojos verdes que dejan a una con la baba afuera y por qué no, uno que otro gordito o flaquito que nos llame la atención y para esto no se necesita estar soltera, y hago la aclaración porque después de mencionar esto, puedo provocarle molestias a alguien ¡ja, ja, ja!, no lo tomes a pecho, solo digo la pura realidad.
Recuerden, una cosa es mirar, la otra es tocar y ser lanzado; como lo mencioné, el respeto a la pareja es lo primordial en estos casos, pero así como ellos miran, nosotras también; así como hay "buenonas", encontramos pencos; al igual que las "pocotonas", también existen los "paquetes completos".
Esos hombres groseros e impudentes dejen de criticar y aprendan de nosotras, pues al menos algunas miramos respetuosamente, pero otros, además de mirar salvajemente, te hacen saber su admiración con frases que en vez de halagar, espantan.
