
La “Sirenita” al lado de la leyenda hípica Laffit Pincay Jr.
Eileen Coparropa junto al exgrandes ligas Omar Moreno.
Eileen Coparropa junto a su esposo Andrew Wright Smith, su hijo Declan y los funcionarios de Pandeportes Lenín Picota (derecha) y Martín Peterson (izquierda).
La “Sirenita” al lado de la leyenda hípica Laffit Pincay Jr.
Eileen Coparropa junto al exgrandes ligas Omar Moreno.
Eileen Coparropa junto a su esposo Andrew Wright Smith, su hijo Declan y los funcionarios de Pandeportes Lenín Picota (derecha) y Martín Peterson (izquierda).
La “Sirenita” al lado de la leyenda hípica Laffit Pincay Jr.
Eileen Coparropa junto al exgrandes ligas Omar Moreno.
Eileen Coparropa junto a su esposo Andrew Wright Smith, su hijo Declan y los funcionarios de Pandeportes Lenín Picota (derecha) y Martín Peterson (izquierda).
La “Sirenita” al lado de la leyenda hípica Laffit Pincay Jr.
Eileen Coparropa junto al exgrandes ligas Omar Moreno.
Eileen Coparropa junto a su esposo Andrew Wright Smith, su hijo Declan y los funcionarios de Pandeportes Lenín Picota (derecha) y Martín Peterson (izquierda).
La “Sirenita” al lado de la leyenda hípica Laffit Pincay Jr.
Eileen Coparropa junto al exgrandes ligas Omar Moreno.
Eileen Coparropa junto a su esposo Andrew Wright Smith, su hijo Declan y los funcionarios de Pandeportes Lenín Picota (derecha) y Martín Peterson (izquierda).
Las grandes batallas se ganan en la mente, eso lo tiene claro Eileen Coparropa, la mejor atleta femenina de nuestra historia. Sus encomiables logros deportivos y académicos la han catapultado a la categoría de ejemplo a seguir y digno de imitar para las actuales y futuras generaciones de atletas panameños. No hay duda: a Coparropa habría que darle la medalla de oro a la disciplina, responsabilidad y perseverancia.
Para ella, el deporte no es el fin, sino un medio para alcanzar otras metas de superación ética, personal e intelectual. Sin duda, su pensamiento dista demasiado del de varios atletas actuales, que ven el deporte con poca seriedad. Dentro de su apretada agenda, la atleta más joven en representar a Panamá en los Juegos Olímpicos (asistió a tres) y múltiple medallista en torneos continentales creó un espacio para responder a nuestras preguntas; eso sí, bajo la condición de que no le pusiéramos tantos límites y le permitiéramos darles rienda suelta a sus palabras y sentimientos. DIAaDIA, gustoso, accedió a complacerla y abrió la represa para dejar correr las aguas de su pensamiento.
La "Sirenita", graduada con honores en Auburn University, habló, entre otros temas, sobre sus momentos de felicidad, sus decepciones, su vida profesional y maternal y también sobre la situación del deporte en la actualidad. Coparropa tiene el panorama claro: para ella, la prueba de que no andamos muy bien "es la mínima cantidad de atletas (panameños) que llenan los requisitos para ir a los grandes eventos, como los Juegos Olímpicos". A sus 31 años de edad, Coparropa no deja de poner el alma, la vida y el sentimiento en los quehaceres de la vida.
¿Qué fue lo más difícil durante su carrera?
Hubo algunas cosas muy difíciles en mi carrera, la lejanía de mi familia, pero quizás la más difícil fue no alcanzar el desempeño esperado en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, donde aspiraba a estar en la semifinal por mi excelente desempeño en Winnipeg (medalla de plata) y por el fuerte entrenamiento que estaba haciendo en Fort Lauderdale. Algo impactó mi salud ese año y mi desempeño fue peor. A tres meses de los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, se me diagnosticó tres úlceras estomacales, ocasionadas por el alto nivel de estrés que estaba tomando control de mí, acompañado de un desorden alimenticio que a veces es frecuente entre atletas de alto rendimiento. Para mí, como atleta, fue difícil no mejorar mi mejor tiempo personal, además me impactó muchísimo y tuve que aceptar con humildad las críticas más duras sobre mi desempeño, porque cuando tienes un compromiso contigo y tu país, no deseas fallar y cuando fallas, hay que aceptarlo y reconstruirlo para que no se repita nunca más. De esa lección, retomé todo mi futuro e ingresé a la Universidad de Auburn donde logré el tope de mi vida atlética y profesional. Lección aprendida.
¿Cree que los atletas de ahora tienen más apoyo del que usted tuvo?
Definitivamente sí, por lo que leo en las noticias. En Panamá existen disciplinas que tienen buen apoyo y aún existen otros deportes que aparentemente no lo tienen. Los apoyos debieran estar separados, entre el deporte profesional y el aficionado. Percibo que el deporte profesional percibe más apoyo que el aficionado. Yo fui atleta aficionada durante 18 años y mis padres vivieron la angustia de hacer muchos sacrificios para poder mantenerme en un alto nivel de preparación.
El deporte debe ser una estrategia de Estado para que Panamá se distinga deportivamente a través del amateurismo como se distingue por artistas, que el deporte sea una de las actividades que distinga a nuestro país, porque en Panamá hay jóvenes con talento y con ganas, pero se van quedando cuando enfrentan las penurias de no tener con qué.
Tendrían que cambiar y crear nuevas leyes que fortalezcan esta estrategia, que haya incentivos fiscales para las empresas que apoyen al deporte organizado aficionado, que se tengan modernos coliseos con la tecnología adecuada, mantenimiento adecuado, leyes que regulen y fiscalicen a los dirigentes y organizaciones, que los atletas sepan que hacer deporte no es practicar solo algo que me gusta, es lo que quiero lograr con esto y que persigan los sueños que cada uno tiene.
¿Cuál era su régimen de preparación cuando era atleta?
Pasé de los juegos de 3 horas y los inventos de mi entrenador Londoño, quien divertidamente me hacía nadar amarrándome galones llenos de agua para fortalecer mis bracitos y piernitas y me hacía cartucheritas de arena a la cintura; a entrenamientos en Panamá de pista, gimnasio dos veces por semana, y en agua dobles jornadas tres veces por semana y hacíamos algo así como 8000 metros por jornada que a mí me parecían una locura.
Pero esa locura del entrenamiento en Panamá, sin saberlo, me fue preparando para la verdadera locura del entrenamiento de alto rendimiento cuando me becó e ingresé a la Universidad de Auburn, que por cierto tenía a los mejores nadadores del mundo y los equipos campeones de Natación Universitaria, es decir, los mejores de los mejores.
Entrenar como los mejores del mundo en Auburn es un reto y un ambiente tan profesional como estar en una elegante oficina con todos los lujos, comodidades, etc. Con la diferencia de que es un centro de alto rendimiento para atletas de alta competición. Ellos están allí para poner en tus manos todo lo que necesites y cuando digo todo, es todo, desde ayuda personalizada para ubicarte libros de estudios en las librerías, tutores para que mantengas el mínimo GPA exigido por la universidad, salones para estudiar después de las prácticas, para los atletas, masajistas, 6 entrenadores, fisioterapistas, salones con tinas de hielo, centro de alto rendimiento con la última tecnología, equipos modernos y tecnologías para lograr un óptimo desempeño.
A cambio de una sola cosa: cumplir con tu trabajo, responsabilidad, estudiar para mantener un promedio superior al estudiante normal, ya que pueden suspenderte si no estudias y faltas a las clases, y dar a tu equipo lo mejor para ser campeones. Cero tolerancia por ausencias.
Me acuerdo que entrenábamos en jornadas de 20,000 metros en agua, una hora diaria en gimnasio. Y los sábados eran como el circuito del terror, 3 km de carretera que terminaban en el estadio de fútbol americano, donde subíamos los 1000 escalones del estadio y cuando bajábamos al campo, algunos y yo, incluida, caíamos como desmayados y extenuados. Para terminar en la piscina con una hora de práctica. Y con el tiempo se acostumbra uno a todo, porque se da cuenta de que esos dolores y esos sacrificios pagan tu precio cuando te subes al podio y dices: valió la pena. Como dicen los gringos: “No pain no gain”.
Su sacrificio y su disciplina, ¿qué le dejaron como enseñanza?
No hay nada fácil, pero tampoco nada difícil, y todo sacrificio y disciplina tienen su recompensa, tanto en el deporte como en tu vida personal. Muchas veces nos paralizamos antes de dar el siguiente paso y hay que tomar riesgos, ya que si no te arriegas nunca sabrás si eres capaz. Los atletas aprendemos a respetar a los competidores, a no menospreciar a nadie, ser éticos y mantener una conducta íntegra, somos gente sencilla, que igual le hablemos a un presidente como le hablamos a un mendigo, los tratamos con respeto y le damos el lugar que cada persona se merece.
A medida que iba creciendo empecé a entender que estudio + deporte = futuro. En el camino entendí que el deporte pasaría algún día, y que cuando ese día llegara, debía estar preparada para integrarme a la vida profesional como cualquier otra persona y competir abiertamente en igualdad de condiciones con cualquier candidato. Cada obstáculo es una oportunidad, si hoy seguramente no tengo la respuesta, mañana la tendré, y eso lo practico diariamente en mi vida profesional y personal.
Mirando hacia atrás, ¿por qué cree que los sacrificios que hizo Eileen Coparropa valieron la pena?
Como mujer, me siento orgullosa de ese camino. Cuando estoy en Panamá, no deja de sorprenderme el que la gente me reconozca, me invite a participar en actividades y sobre todo me salude con tanto cariño. Algo bueno sembré en esas personas que con su saludo me dicen “Sirenita Eileen”, ¡como si fuéramos amigos de toda la vida! Siempre fueron los varones los destacados hasta que apareció la “Sirenita de Oro”, y cambió la noticia a un cambio de los deportes tradicionales a un deporte poco divulgado. La natación tomó un papel preponderante, además del béisbol, boxeo y otros.
Fueron años en los que sentí que todo el mundo hablaba de la natación y estaba pendiente, había un entusiasmo y me atrevería a decir que el número de nadadores participando activamente en natación en todas las edades se incrementó.
Personalmente, valió la pena, por mi deporte y mi talento, logré superarme académicamente, y los valores aprendidos y practicados durante mi carrera deportiva me han preparado para poner en práctica en la vida profesional esas lecciones. Saber cómo ser líder, cómo trabajar en equipo, tener estrategia, tomar decisiones y, por supuesto, la bendición de una linda familia con Drew y mi hijo Declan Andrés.
Aún cuando mi historia deportiva, gracias a una estudiante de la Escuela de Comunicaciones de la Universidad de Panamá, se actualizó en Wikipedia, me parece que no hay en nuestro país un sitio o museo donde se recopile la verdadera historia de todos los deportistas panameños, así como atletas olímpicos. Son los periodistas deportivos los que año tras año reviven nuestras historias, pero sería un sueño llegar a un museo, como los he visto en otros países, donde al entrar en las salas del deporte se reviven las hazañas e historias de todos los deportistas panameños y estoy segura de que reviviríamos esos momentos viendo las carreras que gané representando a Panamá. No sé si en los libros de textos escolares las nuevas generaciones leen nuestras historias, pero qué maravilla sería que esas generaciones caminaran por un museo donde lean e interactúen con todos esos que hemos puesto a Panamá en un sitial de honor.
Desde que usted dejó la pileta, Panamá no ha vuelto a tener a una figura relevante en la natación, ¿en qué cree que se está fallando?
A pesar de que es mi pasión, hay que aceptar que es un deporte que tiene un límite de edad, porque después de los 25 años tu cuerpo ha sido tan exigido durante más de 15 años que se vuelve ingrato con uno mismo. Es un deporte individual que requiere mucha voluntad, perseverancia, sacrificio personal y de toda la familia. El atleta de natación entrena más que ningún otro deporte, se practica 365 días del año, porque de lo contrario pierdes condiciones rápidamente, ya que estás en un hábitat que no es el normal.
Para lograr condición atlética y de competencia, debes estar constantemente compitiendo y tener competencia para superarte y, por supuesto, una preparación técnica adecuada y moderna para lograr tus mejores tiempos en las diferentes etapas de tu entrenamiento.
Para llegar a ser un atleta de alta competición tienes que comparar los niveles como con la escuela, en primaria tienes maestros, en secundaria tienes profesores y en la universidad tienes profesores con maestrías, doctorados, PHD, y especializados en la carrera que estás estudiando y si quieres graduarte tienes que superar las pruebas de estos.
Para dar buenos resultados se necesitan instalaciones, estructuras y tecnologías y un equipo de profesionales que te guíe. No dudo de que tenemos talentos y muchos por descubrir, pero sin una organización profesional y buena planificación, difícilmente lograremos identificarlos y ayudarlos a surgir.
Sin programas, sin instalaciones, sin motivación, sin organización deportiva con objetivos claros, los jóvenes no tienen dónde practicar deporte. Y ahora están más interesados en los juegos cibernéticos, y con muy pocas ganas de sudar, mojarse o estar al aire libre haciendo deporte.
Si no hay cambio en la dirigencia del país, no hay cambios en los siguientes niveles. Y si ellos dan esos malos ejemplos, difícilmente el deportista panameño surgirá y, al contrario, cada año disminuirá.
La mejor prueba es la mínima cantidad de atletas que llenan los requisitos para ir a los grandes eventos. Es un síntoma que debe llamar la atención a los dirigentes y los gobernantes.
¿Qué se siente haber portado el pabellón en tres citas olímpicas consecutivas?
Es un honor y una distinción no solo como atleta, sino como mujer. No fue por casualidad que me concedieron esa distinción y esto me impuso una responsabilidad con mi país y no me refiero al momento de llevar la bandera en este acto majestuoso, sino que como atleta olímpica, procurar ser un modelo a seguir por las generaciones actuales y futuras y que en cada acto que realice enmarcarlo como ese momento solemne de portar la bandera con hidalguía, respeto y orgullo, como somos los atletas panameños cuando de representar al país se trata.
¿Qué consejos les daría a los actuales y futuros atletas panameños?
A los actuales, no dejarse vencer por las adversidades y no poner límite a tu sueño de alcanzar lo que anhelas, ponerle empeño y entusiasmo y luchar por conseguirlo.
A los futuros, que combinen sus estudios con su deporte. Y que no abandonen el estudio por el deporte, todo se puede, rodearse de gente buena, positiva y entusiasta que te apoyen. Ser humildes, sencillos y no dejarse envolver por la fama, esto es efímero, dejar de culpar a la falta de apoyo, ya que nosotros elegimos la práctica de un deporte y lo que debemos hacer es preocuparnos por hacerlo bien y cada día mejor.
El deporte debe ser el medio para aspirar a una buena educación y ser un buen profesional.
Que se diviertan practicando un deporte, que se convierta en una pasión, que no importa qué lugar ocupes en una competencia, lo importante es saber uno mismo que lo logramos y que fue resultado del mayor esfuerzo que pudimos brindar.
De los tres Juegos Olímpicos a los que asistió, ¿cuál fue el más especial?
Todos fueron especiales y diferentes a la misma vez. Mi madurez como persona y atleta fue diferente en tres Olimpiadas. Naturalmente, diría que las Olimpiadas de Atenas en el 2004 fueron las más especiales, ya que logré alcanzar la semifinal en los 50 metros libres, y sentí que fueron las Olimpiadas donde mejor representé a mi país. Panamá se ubicó entre las mejores 15 del mundo, compitiendo contra las potencias de natación como Holanda, Australia, Estados Unidos, Brasil, China, Alemania. Y posterior a las Olimpiadas, a los siguientes 15 días, participé en el Campeonato Mundial de Piscina Corta en Indianápolis, finalizando en la 4ta posición en los 50 metros libres y me convertí en la 4ta mujer más rápida del mundo de piscina corta. A pesar de mi excelente representación sentía que mi momento de encaminarme a mi vida profesional estaba llegando, y decidí tomar un descanso.
¿Qué le gustaría que su hijo valorara más de su trayectoria?
Una pregunta difícil porque fueron tantos años, recuerdos, emociones, enseñanzas que cuando veo la colección de medallas, recortes de periódicos de mi historia, hasta yo misma me sorprendo de cuánto logré, porque cuando amas lo que haces no te detienes a pensar, sino que vas haciendo más y más cada día. Ummm... me gustaría que sienta orgullo de su mamá y que aprenda que el valor y la fuerza de la familia es el poder más grande para lograr tus sueños y enfrentar los mayores retos. Mi trayectoria no pudo haberse escrito sin mi familia, ellos fueron mis pilares para luchar y luchar, y ahora nos toca a mi esposo y a mí liderar esa fuerza para que él continúe ese legado, independientemente de que practique el deporte que quiera.
¿Extraña usted la alta competencia?
Por supuesto, somos atletas hasta que físicamente algo nos impida hacerlo… ese gusanito siempre se lleva dentro y cuando veo los campeonatos mundiales y los olímpicos, me dan ganas de meterme al televisor y tirarme al agua.
Fueron 18 años continuos desde los 6 años. Enfrentada a retos dentro y fuera del agua, superándome a mí misma.
Y amaba lo que hacía, me encantaba la alta competición y cuando ahora participo en otros eventos menos competitivos, la noche anterior despiertan mis mariposas y empiezan a volar en mi estómago, la misma ansiedad de que llegue el día o amanezca. Sigo nadando, practico crossfit, compito en triatlón de mujeres, y trato de superar otros retos, como en el último que participé, el Tour de 200 millas desde Seattle, Wa, hasta Portland, Oregon, fueron 15 horas en bicicleta. Creo que ha sido uno de los retos más difíciles que he tenido, ya que el ciclismo no es mi deporte, pero al final lo logré. Participaron 12,000 ciclistas.
Cómo definiría los siguientes conceptos:
Humildad:
La visualizo como ser modesto y respetuoso, donde todos somos dignos de respeto porque todos somos seres humanos, no importa dónde nos encontremos en nuestras vidas.
Perseverancia:
Seguir tratando hasta que alcances tus metas, pero a la misma vez recordando que si sigues haciendo lo que siempre has hecho, seguirás teniendo los mismos resultados que siempre has tenido y solo mirar hacia atrás para superar las cosas que no llenaron nuestra expectativa y sobre todo no darse por vencido.
Amor:
El sentimiento que nos une, sobre todo el amor de una madre para con sus hijos.
Ser madre:
Ahora entiendo, sin necesidad de palabras, cuánto hizo mi madre por mí. No sé por dónde empezar para agradecerle por todos los sacrificios y todo su amor y su desprendimiento para que lograra mis metas. Solo espero que en mi nueva vida como madre pueda alcanzar a ser un poquito como mi mamá: perfecta.
¿Cómo le va en su actual vida profesional?
En mi vida profesional me va superbien, debido a todas las experiencias que obtuve a través de mi deporte. Estoy actualmente trabajando para T-Mobile USA, una de las compañías más grandes en la industria de telecomunicaciones y tengo una posición ejecutiva en el área estratégica de logística. Soy responsable del equipo de estrategia, al igual que otras funciones en operaciones de logística y transporte. Estoy viviendo en Seattle, Washington, donde están nuestras oficinas corporativas y tengo la oportunidad de viajar por diferentes ciudades de los Estados Unidos para sesiones con clientes corporativos y compañías colaboradoras o asociadas a nuestro negocio principal.
¿Un atleta nace o se hace?
Todo el mundo tiene un talento y habilidad natural, permitiéndole sobresalir a practicar algún deporte. En estos casos, desde niños se puede apreciar quiénes son excelentes corredores, quiénes tienen una flotabilidad natural en el agua, quiénes pueden dar volteretas, saltar y otras muchas habilidades.
Somos los padres los primeros que observamos las habilidades de nuestros hijos porque cuando niños, nuestros papás nos involucran en muchas actividades. Pero al detectarle un talento a un niño sería ideal que los papás lo ayuden a hacer de ese talento algo que le guste y que pueda seguir creciendo deportivamente. Ya lo demás vendrá de la mano, y con una familia que te apoye, te motive y camine contigo todo ese camino, se verán los resultados.