Puntual, responsable y creativo. Éstas son las cualidades que han hecho que Hugo Alberto Gómez Quezada triunfe en la decoración.
Hugo Alberto, nombre con el que firma sus trabajos, es un hijo orgulloso de la tierra de la sal y el azúcar, Aguadulce, sector donde descubrió el principal don que le dio Dios, que es el de adornar con productos naturales rincones que normalmente pasarían desapercibidos.
Hugo, con mucha emoción, recordó que fue en el negocio de unos primos donde dio los primeros pasos en el mundo de las flores, a través de una señora a la que asistía diligentemente.
Al poco tiempo comenzó a arreglar el anda del Santo Sepulcro y la gente, al ver admirada lo que de sus manos salía, le decían que ese era su camino. Él, a pesar de los elogios, no daba crédito de lo que le comunicaban.
Con el paso de los años, trabajando como funcionario de una institución del Gobierno, se encontró nuevamente con un amigo, dueño de una floristería, quien le dijo que ese era su norte. Éste lo probó dándole flores viejas, para ver si con los elementos en contra podía hacer un arreglo. Esa prueba, admitió, fue superada.
Cansado de depender de las quincenas, decidió abrir su propio negocio que, aunque pequeño, está decorado con el mejor gusto.
Trabajaba de forma independiente; no obstante, indicó que tomó la decisión de montar su pequeña empresa, porque sabe que el instituirse en un lugar le da mayor confianza y respeto al cliente.
Consciente de esa realidad, y con futuro en el que se vislumbran más éxitos, afirmó sentirse feliz por la habilidad que Dios le dio y que le ha permitido incursionar en otras facetas, como lo son el arreglo de carros alegóricos y el diseño de aparejos carnavalescos.
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