U n sacerdote estaba dando un recorrido por la iglesia al mediod�a. Al pasar por el altar decidi� quedarse cerca del altar para ver quien hab�a venido a rezar. En ese momento se abri� la puerta. Era un hombre sin afeitarse, vest�a una camisa ra�da, ten�a el abrigo gastado, cuyos bordes se hab�an comenzado a deshilachar. El hombre se arrodill�, inclin� la cabeza, luego se levant� y se fue. Durante los siguientes d�as, el mismo hombre siempre al mediod�a, entraba en la iglesia, cargando una marmita (olla de metal), se arrodillaba brevemente y luego volv�a a salir.
El sacerdote, un poco temeroso, empez� a sospechar que se tratase de un ladr�n, por lo que un d�a se puso en la puerta de la iglesia y, cuando el hombre se dispon�a a salir, le pregunt�: "�Qu� haces aqu�?".
El hombre dijo que trabajaba cerca, y ten�a media hora libre para el almuerzo, y aprovechaba ese momento para rezar. "Solo me quedo unos instantes, sabe, porque la f�brica queda un poco lejos, as� que solo me arrodillo y digo: �Se�or: Solo vine nuevamente para contarte, Jes�s, cu�n feliz me haces cuando me liberas de mis pecados, no s� muy bien rezar, pero pienso en ti todos los d�as, as� que Jes�s, este es Jim report�ndose".
Aquel sacerdote aprendi� una buena lecci�n.