El infame suceso de ayer en la tarde, cuando un busero que corría de manera irresponsable su vehículo por una estrecha calle de Santa Marta, en San Miguelito, y mató a dos señores, además de irse contra una casa, es muestra de que estos conductores de diablos rojos son una amenaza nacional, y merecen ser sacados de las calles.
Algunos testigos de la tragedia aseguraron que mientras no hay otro sistema de transporte masivo, la vida de los panameños no vale nada.
Peligro en la vía
También es cierto que, en términos generales, los conductores panameños han perdido el control, y algunos lectores insisten en que la Policía apriete más las tuercas a los irresponsables.
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