Placentera vida del campo


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A pesar de que en muchos hogares del interior tienen estufas, aún buscan leña y cocinan en fogón.

Fotos: JES? SIMMONS

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    A pesar de que en muchos hogares del interior tienen estufas, aún buscan leña y cocinan en fogón.

    Fotos: JES? SIMMONS

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    Los ríos son importantes en la vida de las personas que viven en el campo.

  • Placentera vida del campo

    Los paisajes son hermosos.

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    Les gusta criar sus vaquitas.

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    Crían aves de corral.

  • Placentera vida del campo

    La gasolina no es un problema en el campo.

  • Placentera vida del campo

    El que siembra, siempre tiene qué comer.

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    Fotos: JESÚS SIMMONS

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    El que siembra, siempre tiene qué comer.

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    El que siembra, siempre tiene qué comer.

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Jesús Simmons - DIAaDIA

Allá ‘onde uno. No cabe duda de que la vida en el campo es distinta a la ciudad, allá las personas no se despiertan con el bullicio del tráfico, sino con el trinar de los pájaros. Los que siembran sus tierras no tienen que ir a la tienda a comprar arroz, maíz, yuca, ñame, plátanos o guandú, pues solo tienen que ir al monte a cosechar esos productos.

Si quieren tener la presa en el plato, solo basta con matar una gallina de patio, ir al río a buscar sardinas o camarones, o simplemente comen el arroz con los frijoles. Si no hay agua en el grifo, no tienen mayor problema en irse a lavar la ropa y bañarse en el río.

El que nunca ha estado en el interior del país no podrá comprender lo sencillas que son las personas del campo. Siempre tienen una sonrisa agradable, y a pesar de los problemas que tengan, tratan a los visitantes con mucha candidez y les abren las puertas de sus hogares, por muy humildes que sean.

Definitivamente que no tiene precio alejarse del estrés de la ciudad para irse a refugiar a cualquier pueblo del interior del país, por más rural que sea.

Qué no darían algunas personas por tener el placer de transportarse en una carreta tirada por bueyes o caballos y de esta manera olvidarse del alto precio de la gasolina, o de ir a buscar leña al monte para cocinar y olvidarse de los cuatro y pico que cuesta el tanque de gas. Con todas estas bondades, nada se compara a la campiña interiorana.

 
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