Tenía problemas para conquistar a las muchachas cuando era yo muy joven. Entonces, mi papá se acercó para hablarme y tratar de que no me sintiera tan mal.
Al principio pensé que vendría con algún consuelo de esos que se le dan a los perdedores: "No te preocupes, que mañana será otro día".
Pero no, mi padre lo que hizo fue abrirme los ojos a las posibilidades que tenía por delante, y que sólo me faltaba organizar mis pensamientos.
Para lograr todo esto que dijo, mi padre sólo tuvo que contarme esta hermosa historia:
"Dicen que una vez había un ciego sentado en una vereda, con una gorra a sus pies y un pedazo de madera que tenía escrito el siguiente mensaje: POR FAVOR , NECESITO AYUDA, SOY CIEGO.
Un hombre bueno que pasaba se detuvo frente al minusválido y observó que en la gorra tenía unas cuantas monedas y ningún billete.
Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta, borró lo que estaba escrito y escribió un nuevo anuncio. Volvió a poner el pedazo de madera en el suelo y se fue.
Por la tarde, el hombre volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna y vio que su gorra ahora estaba llena de billetes.
El ciego reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él quien reescribió su cartel y le preguntó qué había puesto.
El hombre contestó: Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras. El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía: HOY ES PRIMAVERA, PERO NO PUEDO VERLA.
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