Alicia, antes de entrar en el país de las maravillas
Obra Alicia en el país de las maravillas.
Carlos Atencio-Atencio
| DIAaDIA
Era un sábado muy lluvioso. Yo iba caminando frente al teatro En Círculo cuando un fuerte aguacero cubrió todo. No hubo más tiempo que el necesario para correr hacia el alero del teatro, que por ser temprano tenía la entrada principal cerrada. Caminé por el borde izquierdo, hacia la oficina. Al verme una mujer, abrió la puerta de vidrio y me invitó a pasar.
"Te presento a Alicia", dijo la señora.
"Mucho gusto, Alicia", respondí.
En los minutos que siguieron me propuse conversar con la pequeña Alicia, que a cada momento se llevaba los dedos a la cabeza. Al preguntarle por qué, dijo que la peluca le calentaba el cabello y se lo podía dañar. También me confesó que era la primera vez que usaba eso. Al verla con esa incomodidad, hice una mueca de dolor para compartir la molestia de su cabeza.
Hace dos meses aproximadamente que Valeria Retally está ensayando para ese papel. Tiene siete años y es una niña que aparenta más edad, por el tamaño. Todo inició cuando abrieron las audiciones. Ella se presentó y salió elegida. Se lo comunicaron por un correo electrónico. Así va, por primera vez, a representar a Alicia del cuento, en un teatro. Ella dice que no está nerviosa. Habla con voz apurada. Del libreto, le falta aprender algunas cosas.
La materia que más le gusta a esta Alicia contemporánea es las matemáticas. Ha ganado concursos en su escuela. En un segundo plano, le gusta la ortografía. Esto es en lo académico, porque en las artes, desde los dos años y medio asiste a una academia de ballet. Los deportes no se quedan por fuera: los practica con su padre.
Alicia aún no sabe qué será de grande. Aunque su madre y su abuela sean actrices, no sabe qué quiere ser. Este libreto no le dio problemas porque ha leído varias veces el cuento, ha visto la película, así que en la primera lectura lo aprendió.
En los últimos segundos de la conversa, Alicia mostraba urgencia por algo. Cuando la abuela apareció en la sala, supe de qué se trataba: quería que iniciaran los ensayos de la tarde. La abuela le dijo que había que esperar un poco, por las fotografías, porque una vez en el escenario no habría interrupción.
La lluvia golpeaba con fuerza el techo. El sonido se metía entre el gran bosque donde Alicia esa tarde hablaba, con una magia envidiable, con los animalitos, olvidándose por completo de la timidez de cuando se le tomaron las fotografías.