Nidia Mercedes Guevara y su hijo Edwin Urieta, de 16 años, residentes en la casa 4990 en Tulihueca de La Chorrera, quedaron ayer en la calle, al ejecutarse la orden de desalojo a favor de Feliciano Esturaín.

Para Nidia Guevara esto es una injusticia, ya que al quedar huérfana desde los 22 días de nacida, fue criada en esa casa por su abuela y su marido, quien era el padre de Feliciano Esturaín.

Todo empezó cuando los señores que la criaron murieron, y Feliciano interpuso una demanda por intruso, reclamando el terreno que ya ella había empezado a pagar al Municipio de La Chorrera, porque sólo existían los derechos posesorios.

Sin embargo, Feliciano Esturaín alegó que le compró la casa a su padre en 1987, cosa que niega rotundamente la contraparte, tras señalar que sus padres jamás recibieron dinero alguno de la supuesta venta.

Los vecinos, cantando el Himno Nacional, cerraron la vía que conduce hacia Tulihueca, en protesta por la orden de desalojo.