[
Imprimir]


ENTRE NOS
Doctor modelo

Elizabeth Muñoz de Lao | DIAaDIA

¡Me enamoré! No me malinterpreten. Hace muchos años que estoy enamorada de mi esposo. Ahora me enamoré de un ideal, pero de un ideal de atención, de respeto por un paciente, de amor por una profesión y de entrega hacia los demás.

Hace pocos días, llevamos a mi papá a atenderse con un urólogo al hospital El Vigía en Chitré. Desde temprano estuvimos en la sala de espera hasta pasadas las 2: 00 de la tarde.

Cada vez que entraba un paciente, oía una risa suave, pero contagiosa; un saludo entusiasta y un "don fulano" o "señora fulana, ¿cómo está?". Enseguida escuchaba que el médico entonaba una saloma, el verso de una décima o las melodías de una balada romántica en una casi perfecta voz de barítono.

Mientras tanto, en la sala de espera, la mayoría de los pacientes reía, chisteaba y comentaba sobre el modo de ser del médico, la magnificencia de su modelo de atención, la certeza de sus diagnósticos, la alegría y positivismo que transmitía a sus pacientes, amén del carácter afable que hacía que los enfermos, automáticamente, se sientieran mejor, aunque sus heridas sangraran.

Ya en la tarde, nos tocó el turno de entrar. De hecho, había pensado que cuando entráramos, ya el médico estaría cansado y la atención no sería igual. ¡Me equivoqué!

"Señor José Manuel Muñoz, ¿cómo está?", fueron sus primeras palabras. "Veo que viene acompañado de bellas mujeres, ¡qué bien!", añadió. Esa parte, obviamente, no era del todo cierta. Con mi papá íbamos tres mujeres de más de cuatro décadas: mi mamá, mi cuñada y yo, pero la aprensión se nos quitó al instante.

Acto seguido, invitó a mi papá a cantar boleros de antaño. Él comenzó y mi padre estaba feliz. Antes de entrar, estaba enfurruñado porque quería irse; al salir estaba sonriente y dispuesto a cooperar para su recuperación.

Este doctor se llama Adolfo Vargas. Y ojo, no estaba en su clínica privada, atendía en un hospital público. Tomen nota, señores profesionales de la medicina. El paciente es un ser humano que necesita atención con una dosis de amor. El doctor Adolfo Vargas lo sabe y actúa en consecuencia. ¡Imítenlo!





Ciudad de Panamá 
Copyright © 1995-2010 DIAaDIA-EPASA. Todos los Derechos Reservados