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ENTRE NOS
¿Maestros o mercaderes?

Elizabeth Muñoz de Lao ([email protected]) | DIAaDIA

Insisto con el tema de la educación. Me duele pensar en esos maestros que hoy están allá en el cielo, al lado del más grande que haya existido. Quizás los terribles aguaceros de los últimos días no sean más que las lágrimas derramadas por ellos al escuchar y observar la actitud de sus colegas acá en la Tierra.

Sí, me duele, porque a esos jamás les importó si tenían el día libre o no para hacer el bien, para encaminar a la niñez y a la juventud por el camino correcto y convertirlos en hombres y mujeres de provecho.

Y, ojo, eso sólo se consigue con el ejemplo.

Debo confesar que tengo el corazón "partío" desde que escuché a algunos dirigentes magisteriales oponerse al programa "Volvamos a las aulas", con el argumento de que se haría en un día que es libre para ellos y la nueva Ministra no podría obligarlos a participar.

¡Dios mío! ¿Será que hacer el bien tiene un día específico? ¿Será que desde mis tiempos en que asistía a la escuela los valores éticos y morales cambiaron? ¿Será que ya cualquier "juan perico de los palotes" puede ser maestro o profesor, o peor aún, dirigente? ¿Será que ahora los pájaros les tiran a las escopetas? ¿Será que ser maestro hoy día es como ser albañil, que sólo da forma y construye edificios y no individuos?

Señores, la verdad es que el lema "volvamos a las aulas" es casi un eufemismo para decirles a los docentes que, efectivamente, vuelvan a los salones de clases, no porque no hayan estado allí físicamente, sino porque hace demasiados años, la mayoría no tiene la cabeza puesta en el objeto y sujeto de la educación, que son los estudiantes. No, la mayoría en lo único que piensa es en el aumento salarial, en las "conquistas" logradas, en sacar ministros y presionar para que pongan el de su agrado, y en "cuánto me va a costar si apoyo a este estudiante que se quedó atrás".

No nos llamemos a engaño. Sé, por muy buenas fuentes, que muchos docentes temen que las nuevas autoridades descubran que hay escuelas que tienen la matrícula inflada. Si esto se descubre, muchos de ellos tendrán que ser trasladados adonde verdaderamente se necesiten. Ese temor es hasta comprensible.

Pero, señores, o adecentamos ya la educación para que rinda sus frutos, o nuestros hijos y nietos llorarán más adelante lágrimas de sangre. Eso no es lo que queremos.

Dirigentes magisteriales, es sano que ustedes luchen por lo que consideran justo. Lo que no es sano ni edificante es que le pongan trabas a la educación de nuestros hijos. Hagan un acto de contrición y cambien ya lo que tengan que cambiar. De lo contrario, de nada valdrá que los padres de familia, las autoridades y estudiantes hagan también lo propio. Esto es un trabajo de todos, y ningún componente del sistema educativo tiene corona.





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