La muerte atómica: ¿Demonio o maravilla?
El lanzamiento de la bomba atómica es uno de los episodios más tristes y devastadores que ha provocado la mano del hombre en el mundo entero. (Foto: EFE.)

Camilo Vásquez | DIAaDIA

Átomo. Para nuestros contemporáneos, esta palabra tiene algo de mágico, terrible y fascinante.

El átomo sería más bien un demonio extraño capaz de escupir las llamas del Apocalipsis o de irradiar la luz de la felicidad.

El 6 de agosto de 1945, eran las ocho de la mañana, los habitantes de Hiroshima acaban de emprender su jornada; los niños marchaban a la escuela con los libros bajo el brazo o estaban caligrafiando los elegantes signos de su idioma.

Madres y esposas esperaban una carta del hijo o del marido, que continuaban batiéndose en el pacífico contra los estadounidenses.

Eran las 8 y 14 minutos, estaban en Hiroshima. Se oía el zumbido de un avión, levantaban la cabeza dispuestos a saludarlo con la mano, en el cielo se veía una luz resplandeciente y a los segundos todo ardía en llama. Los sobrevivientes aseguran que un humo negro y espeso se elevaba por todas partes, se percibían malos olores, una bola de fuego blanco flotaba en el aire. El escenario era tétrico, algunas personas caminaban con el cuerpo rojo y como pescado.

La bomba nuclear que alcanzó a Hiroshima dejó más de 80 mil muertos, 80 mil heridos, 12 kms2 de ciudad arrasada; es decir, 60 mil casas destruidas de un total de 90 mil. El 9 de agosto explotaba una segunda bomba en Nagasaki.

A pesar de lo accidentado del relieve, que frenaba los efectos de la explosiva y del calor, el balance también fue terrible: 5 kms2 de ciudad aniquilada, 36 mil muertos y 40 mil heridos.

Cuando llegó la paz, los habitantes de Hiroshima y de Nagasaki, que no habían muerto, no lograban deshacerse de la pesadilla.

Horas y días más tarde, los equipos de socorro quedaron perplejos o como enloquecidos.

En agosto de 1945, el mundo descubría con espanto y admiración el poder destructor de la fisión nuclear. Hoy día, parece increíble que 60 años más tarde Hiroshima sea una de las naciones más adelantadas y su población la más emprendedora.

VICTIMAS

Las quemaduras que presentaban las víctimas no admitían tratamiento tradicional (la ciencia quedó impotente ante las llagas causadas).

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