[
Imprimir]


ENTRE NOS
Sé que vencerás

Elizabeth Muñoz de Lao | DIAaDIA

Conversaba, hace unos días, con una amiga muy querida. Se quejaba de que la vida la había tratado mal porque llevaba dos matrimonios a cuestas y había fracasado en ambos.

Tiene dos hijos, uno de cada matrimonio. Estudian en colegios privados, viven en una buena casa, son católicos practicantes, al igual que su madre; se aman y, además, se lo demuestran en el diario vivir. Son sanos de cuerpo y espíritu.

En síntesis, lo tienen todo. Entonces, ¿de qué se quejaba mi amiga?, me preguntaba una y otra vez.

No aguanté más y se lo pregunté. Ella, bajando la mirada, respondió que aún amaba a su último esposo y que le dolía verlo en brazos de otra mujer.

¡Teniéndolo todo se concentraba únicamente en lo que no tenía! Yo no podía creerlo. Ella siempre había sido una mujer de fe, que empujaba a quienes la rodeaban a seguir adelante, a saltar obstáculos, a amarse a sí mismos, y ahora yo sentía que no predicaba con el ejemplo.

Bueno, la verdad es que un amor no correspondido duele directamente en el corazón, sobre todo, si existe una familia, un hijo de por medio.

Entonces, me di cuenta de que la estaba juzgando en silencio y me avergoncé. En ese momento ella me dio una llave para entrar en su vida privada, pues me pidió un consejo.

Amiga mía, le dije, no puedo decirte cómo sentir ni cómo actuar. Lo que sí puedo hacer es recordarte que tú eres un ser único, creado por Dios, con tus defectos y tus virtudes. En consecuencia, lo único que tienes que hacer es amarte tanto como Él te ama. Si partes de allí, te darás cuenta de que mereces ser feliz, sin importar que no tengas a tu lado al hombre que amas.

Pídele a Dios sabiduría para aceptar y entender lo que no puedes cambiar, lo que no puedes controlar, pero también fortaleza para seguir adelante porque te ha dado el regalo más grande que se le puede dar a una mujer: tus hijos.

Concéntrate en lo que tienes, no en lo que quieres y que no puedes alcanzar. Usa tus energías en caminar hacia la luz que ves al final del túnel, sin mirar atrás. Verás que en menos de lo que te imaginas, el amor de Dios, de tus hijos, de tu familia, de tus amigos, habrá sepultado el dolor de la pérdida y terminarás viéndola como una experiencia de la que saliste favorecida.

Y siempre recuerda: no pidas lo que tú quieres, sino lo que realmente te conviene. Te aseguro que vencerás.





Ciudad de Panamá 
Copyright © 1995-2010 DIAaDIA-EPASA. Todos los Derechos Reservados