
La secreción de cortisol en el organismo la realizan las glándulas adrenales (situadas cerca de los riñones) y estas a su vez son reguladas por hormonas que son producidas por la glándula hipófisis o pituitaria (ubicada en el cerebro).
Los signos se pueden confundir con los del envejecimiento y muchos perros no son diagnosticados ante la poca relevancia que para el propietario puede representar la sintomatología que muestra la mascota, por la coincidencia de hechos que pueden ser normalmente atribuibles a la edad. Generalmente suelen ser perros de más de 6 años de cualquier sexo y raza.
La causa de esta enfermedad suele ser la presencia de tumores de distintos orígenes ubicados en la glándula hipófisis o en las glándulas adrenales o bien, de origen yatrogénico (producido por un tratamiento inadecuado), por una excesiva aplicación de glucocorticoides (son hormonas de acción contraria a la de la insulina en sangre. También actúan sobre el metabolismo intermedio de grasas y proteínas. Los glucocorticoides producidos por el cuerpo son el cortisol, la cortisona y la corticosterona).
Síntomas para detectar la enfermedad
Dentro de los síntomas más destacados están: letargia, debilidad muscular, obesidad localizada a nivel abdominal (abdomen en péndulo), alteraciones en la piel, el animal come más y orina más. También podemos apreciar alteraciones en los ciclos reproductivos de las hembras y atrofia testicular en los machos. Dentro de los signos neurológicos que se derivan asociados a esta enfermedad son indiferencia, estupor, marcha en círculos, incoordinación, cambios de conducta y ceguera.
El diagnóstico se realiza mediante la observación de signos clínicos; la analítica sanguínea (prueba de supresión de dexametasona) y la orina (valorar densidad urinaria y posibles infecciones urinarias o bien alteraciones renales secundarias). La radiografía y la ecografía son bastantes útiles para valorar el tamaño de las glándulas adrenales, detectar masas o metástasis.