La gente saca la basura después que el camión ha pasado recogiendo los desechos.
Jesús Simmons
| DIAaDIA
Los tratan como basura. A pesar de trabajar recogiendo basura, los recolectores de la Dirección Municipal de Aseo Urbano y Domiciliario (DIMAUD) son seres humanos y como tal merecen un poco de respeto.
Para conocer qué tan duro es este trabajo y la realidad que viven estas personas, el personal de DIAaDIA laboró la noche del pasado viernes recogiendo basura, junto al personal de la zona A de la DIMAUD, cuyas instalaciones están ubicadas en Curundú, detrás del Ministerio de Obras Públicas (MOP). Son ellos quienes se encargan de recoger la basura en 11 rutas que son: Bella Vista, la Presidencia de la República (San Felipe), Obarrio, El Carmen, El Cangrejo, entre otras.
A las 6:30 p.m. el equipo de DIAaDIA salió de las instalaciones de la zona A con el jefe del turno de la noche, Cresencio Bandera, para encontrar al compactador, que estaba en el área de Calidonia.
El camión estaba en la calle 18 Central, una de las más cochinas, según Bandera. Allí estaban los recolectores en plena faena sin guantes, ni botas, recogiendo basura.
Uno de esos recolectores era Euclides Espinoza, quien tiene tres años y medio en la institución. Tener que meter la mano en los tinacos llenos de gusanos, ratas y cucarachas no le afecta mucho, sino la indiferencia de la gente que lo trata como si fuera basura.
Se tapan las narices cuando pasan a su lado, le gritan hediondo. Aunque le duelen estos insultos, prefiere no hacer caso y seguir haciendo su trabajo.
En los barrios marginados como: El Chorrillo, Curundú y San Miguel la situación era tan extrema que en ocasiones les tiraban botellas, bolsas de basura desde los edificios e incluso recipientes con orine y excremento.
También, estos trabajadores reciben amenazas de los maleantes, porque en los tanques de basura tenían su caleto (escondite) de drogas o quedaban en medio de una balacera.
Ante estos peligros, desde hace dos meses no atienden de noche los barrios peligrosos de la ciudad, ahora le recogen la basura de día, dijo Bandera. Además de los insultos los recolectores deben lidiar con la falta de uniformes, botas, guantes, vehículos y los bajos salarios que les pagan por hacer un trabajo que muy pocos se atreven a realizar.
Y de eso tienen mucha razón, porque a los pocos minutos de estar recogiendo basura se comprendió que no se tenía madera para hacer este tipo de trabajo.
Viajar guindado en el camión causó pánico al periodista. Adicional a esto, hubo que convivir con toda la pestilencia de estos camiones. Ni siquiera ir dentro de la cabina del camión era confortable, porque el calor y el ruido eran insoportables.
A pesar de las críticas, lo único que piden estas personas es que los traten como seres humanos y que les den los equipos para hacer bien su trabajo.