Son las 6:00 a.m. y suena el despertador avisando que sólo tienes una hora y media para levantarte, bañarte, desayunar, arreglarte y salir para el trabajo. De todos los pasos antes mencionados, el cuarto, (arreglarte) es en el que inicia la discordia, porque obviamente, la palabra arreglarte para un hombre no es lo mismo, ni nunca lo será, que para una mujer, eso se los aseguro.
Un hombre se levanta de la cama, come, se baña, se afeita, se lava los dientes y toma el primer pantalón negro, zapatos y camisa que esté en el armario, y fíjense que esto sólo me tomó tres líneas explicarlo.
¿Y las mujeres?... ¡Huy!, empecemos, arreglarse significa pasarse el "blower" (en la parte esa del cabello que se mojó con la lluvia el día anterior), luego peinarse y ponerse ropa interior (que combine), y después de todo esto, a escoger qué nos vamos a poner. Faldas, pantalones, camisas, suéteres, bufandas, correas; de todo nos probamos para ver qué queda mejor, y peor ahora que la moda es más amplia y que las correas no sólo se utilizan en la cadera, sino también a la cintura, la situación empeora.
Luego de escoger la ropa, el dilema sigue con los zapatos y la cartera, que incluye también cambiar todo de un bolso a otro (aquí se pierden 10 minutos, se los puedo jurar), y por último los accesorios (aretes y pulseras que combinen), para luego rematar con el maquillaje (menos salir de la casa con la cara lavada), y si no ese proceso termina o en el carro o en el escritorio de la oficina (díganmelo a mí).
Entonces, luego darme cuenta de que llegaba tarde por este proceso, porque menos restarle horas al sueño y pararse más temprano, un día probé organizar todo la noche anterior y al día siguiente, sólo tuve que colocarme lo elegido, maquillarme y zas! Por esto quiero darles a todas el buen consejo: organicen todo antes de dormir y verán cómo cambian sus vidas, comenzarán un día relajadas, organizadas y bellas.