Hay que ver que la necesidad de vivienda, sumada a la pobreza, provoca que muchos panameños construyan sus casitas con material de segunda y en terrenos poco apropiados, incluso, en cerritos donde las casas quedan casi encima una de la otra. Cuando se suscitan fuertes aguaceros con vientos huracanados, como el del jueves, columnas, vigas y hojas de zinc quedan sepultando a otras viviendas cercanas. Ya es hora de que las autoridades tengan más supervisión sobre las construcciones de residencias.
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