Raúl pide una oportunidad laboral

La parálisis cerebral miclónica (sacudidas musculares involuntarias cortas que se originan en el sistema nervioso), que padece no es impedimento para que desee un trabajo con el cual pueda mantener a su esposa y sus dos hijas.

Todas las noches espera pacientemente, en su silla de ruedas, a que la gente se apiade de su situación y le deposite una moneda en su lata.

En esta indigencia lo acompaña su esposa Thayna Barrios, de 28 años, y sus dos pequeñas que tienen siete años y un año y medio.

Como no tiene quien le cuide a las nenas, no le queda de otra que su esposa esté con las criaturas hasta las 11:00 p.m., mientras él pide limosnas.

Esta situación le ha traído problemas con la autoridad, porque ya ha recibido advertencia de que si ven a las menores acompañándolo, se las van a quitar.

Al no poder caminar, le cuesta mucho andar solo en horas de la noche, es por esto que siempre su esposa lo acompaña con sus niñas. Además, porque los taxis no lo quieren llevar hasta su casa, ubicada en Mano de Piedra, San Miguelito.

“Dios me regaló una familia, no para tenerlos pasando hambre”, con estas palabras, Navas justifica la manera como se gana la vida para llevar el sustento a su hogar.

Con mucho esfuerzo se hace unos $10.00 por noche, los que utiliza para comprar pañales desechables para su bebé y algo de comida.

Al menos la casa donde vive la heredó de su madre, quien falleció hace tres años, pero por falta de dinero, le debe a la compañía eléctrica más de $500.00.

Raúl hizo un llamado al Gobierno para que le ofrezca una plaza de trabajo acorde con su discapacidad, para así dejar la indigencia.