Con carro particular, en diablo rojo o en metrob�s, el tranque en la ciudad capital no deja de ser tedioso. Pero la tendencia es a quejarse y echarle la culpa a un c�mulo de personas que, si empezamos a enumerar, seguramente saldr� una larga lista.
Hoy escribo de esto, pues curiosamente un d�a cubr� una gira de salud con personal de la Fundaci�n pro Ni�os de Dari�n y nos llevamos tremenda experiencia.
Ese d�a partimos de Puerto Lim�n hacia Membrillo y Cana�n, pero antes de llegar a estos poblados nos encontramos con un tranque en el Chucunaque. &162;Que qu�!
Cuando el operador de la piragua dijo �tranque a la vista�, la mayor�a de los tripulantes lo tom� como una broma, pues nadie se imagina encontrar �una presa� como esta en una regi�n rec�ndita donde solo estaban a la vista muchos monos aulladores.
Esa vez le toc� a los ind�genas y a representantes de una productora empujar troncos y saltar entre madera para poder seguir el itinerario. Solo me qued� mirar los toros desde la barrera, pues el agua estaba sucia, y est�bamos rodeados de trozos de madera que incluso podr�an haber hundido la piragua.
El secreto de actuar en circunstancias peligrosas est� en mantener la calma pues, si nos desesperamos, la situaci�n podr�a empeorar y otra ser�a la historia. Hasta en el r�o Chucunaque ocurren tranques.