Fiel amiga en sus sueños y fracasos


M Rivera - DIAaDIA

Detrás de un buen hombre existe una mujer excelente y, esta premisa aplica al dedillo en Dolores Salamín, oriunda de Borrola de Pesé y madre de los famosos “Patrones de la Cumbia”: Samy y Sandra Sandoval.

El inicio de su matrimonio no fue fácil. Eran personas sin estudios, pero tenían un objetivo: sus hijos serían alguien en la vida.

Cuenta ‘Mama Lole’, como cariñosamente le dicen, que la ‘Triple S’ tuvo una niñez pésima. “Yo no soy graduada. Aprendí la modistería. Cobraba siete reales por un traje, después 50 centavos y luego 1 dólar. El papá era peón de albañilería. No ganábamos mucho”, señala.

Sostiene que elaboraba vestidos de matrimonio y, en una ocasión, una mujer le llevó 32 libras de canutillos para colocar. “Jooo, ni se imaginan lo duro que fue ponerlos. Me quedaba hasta las 2 o 3 a.m. pegando pepitas. El traje era de una mujer de Llano Bonito y le cobré 150 dólares, pero al final, lo halló muy caro, se puso brava y solamente me pagó 100. Tenía que aceptarlos, no había de otra”.

Recordemos que doña Dolores era la que le cosía a su hija Sandra, pero desde hace tiempo no lo hace. “La costura me consumió la vista. “Además, Sandra quería librarme de ese trabajo. Me dio mucha tristeza, pero sé que lo hacía por mi bien”.

Actualmente su hija está regresando a utilizar vestidos cortos como los de antes, claro con algunas modificaciones. “Ella siempre anda evolucionando y usa lo que le gusta”.

Su mayor pasión:
la música

Samy Sandoval comenzó a interesarse por el acordeón en tercer o cuarto grado. “El papá lo ponía en una silla y le enseñó a tocar los pitos. Se aprendió su primera pieza, un tema de Dorindo Cárdenas y cogió una contentura muy grande”, alega.

Se conformó el conjunto. Los fracasos no faltaron, y Dolores Salamín quería que desistieran de la música porque no le gustaba verlos sufrir y deseaba que se enfocaran en sus estudios. “En ese tiempo Yin Carrizo, Dorindo Cárdenas y Osvaldo Ayala eran exitosos y no veía que ellos tenían cabida. Cuando Samy estaba en sexto grado me escuchó discutir con su papá. Luego me dice: “Mamá, no te preocupes, yo voy a cumplir con los dos; a mi papá le doy gusto en la música y a ti en los estudios”.

Al escuchar estas palabras, la oriunda de Herrera aceptó la propuesta, sin imaginarse que sus hijos serían íconos de la música típica panameña. “No hay un día en que le agradezca a Dios por todos los logros y le pido, de noche y de día, que me los siga guiando”.

Orgullosamente abuela

Al estar en la cúspide de su carrera artística, a esta señora le preocupaba ver que Sandra no quedaba embarazada. Siempre le insistía en la idea, hasta que desistí de ella. “Tenía mucha ilusión de que me diera nietos porque tener un hijo es la mayor bendición. Hasta que al fin salió con su domingo siete. Ella es muy celosa con ellos. A veces le digo que me los traiga pa’ que descanse. Pero qué va, ellos no salen sin ella”, finaliza entre risas ‘Mama Lole”.

 
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