ENTRE NOS
Nostalgia

Elizabeth Muñoz de Lao ([email protected]) | DIAaDIA

Esta columna es para las madres y padres a los que a veces la nostalgia nos invade.

Antier conversaba animadamente con una amiga, madre de gemelos de cinco años. Con qué entusiasmo hablaba ella de la presentación típica que tendrían sus hijos en la escuela.

Buscaba una cámara para captar esos momentos para la posteridad. Hacía bien, porque, a la postre, es lo único que nos queda.

¿Parezco muy negativa? Tengo mis porqués.

Cuando los míos tenían esa edad, disfruté tanto esos momentos, que aún hoy los revivo sólo para convencerme de que un día fueron una realidad.

Poco a poco fueron creciendo, y aquellos acordes de la música típica fueron cambiando por otros. "Caramelo, a todas las mujeres les gusta el caramelo", "con el butanclan ya no hay quién pueda", "a ella le gusta la gasolina, dale más gasolina", "date la vuelta... date la vuelta", y un montón de etcéteras, suplieron año tras año a las cumbias y los tamboritos que entonces bailaban mis hijos.

Siempre me pregunté por qué cambiaron "nuestra" música por "aquélla" y por qué ya no la bailaban, si en casa no se oía ni se bailaba "la otra".

Entonces comprendí, que tal como lo hacen las aves, poco a poco los pichones van dejando el nido y empiezan a volar con sus propias alas. En ese vuelo raudo y veloz, siempre aprenden todo lo que no conocieron en casa y lo van adoptando como propio, y eso incluye la música y el baile.

Esos pichoncitos no empiezan a dejar el nido, cuando ya van pasando de la adolescencia a la vida adulta y los padres "los dejamos" salir. No. Ellos comienzan a volar mucho antes. Y he ahí el porqué los padres tenemos que disfrutarlos cuando aún nos queda tiempo y ellos nos lo permiten.

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