Siempre me preguntaba por qué mi tía Mari era tan feliz, a pesar de que mi tío había muerto y de que uno de mis primos estaba lejos. Siempre la buscaban mis otras tías y le pedían consejo, era el pilar de la familia. Un día, cuando me encontré sola, sin mi pareja y luchando con mi hija, fui en busca de ella para que me diera fuerzas. Fue entonces que recibí una gran lección de vida. Con su mirada en la mía, me dijo así: "Piensa en esto:
- Si te es difícil conseguir dormir esta noche, recuerda a la familia sin hogar que no tiene una cama para dormir.
- Si tienes un mal día en el trabajo, piensa en el hombre que lleva tres meses buscando empleo.
- Si te desesperas por lo mal que te ha ido con tu pareja, piensa en la persona que nunca ha conocido el amor.
- Si te afliges, porque tienes poco dinero, piensa en la mujer en las estrechas fondas trabajando doce horas al día, siete días a la semana, para que 40 dólares alimenten a su familia.
- Si tu auto te deja millas lejos para pedir ayuda, piensa en el paralítico, quien pedía la oportunidad de tomar esa caminata.
- Si notas un pelo gris nuevo en el espejo, piensa en el paciente con cáncer que desea tener pelo.
- Si te encuentras víctima de la amargura de la gente, ignorancia, pequeñeces o inseguridades, recuerda que las cosas podrían ser peores. Tú podrías ser una de ellas".
Hoy vivo más tranquila, pensando que soy muy bendecida por Dios y que siempre vendrán cosas mejores.
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