Una coladera se le queda corto. El techo de la barraca 8-47 en calle 30, Mariano Arosemena, sufre a diario las inclemencias del tiempo.

Aunque sus moradores han intentado retardar su pésimo estado poniendo plásticos y linóleos sobre él, esto no ha servido de nada, sólo para evitar que sus pequeños cuartos se mojen menos.

El vetusto caserón ubicado en el corregimiento de Calidonia, aloja a más de 24 familias que lo han habitado por décadas.

Pero no sólo es el techo, su débil estructura se tambalea saludando a las fuertes brisas que la rodean, por eso las improvisadas y delgadas columnas de madera están arqueadas.

Adis Murillo tiene 26 años de vivir en la planta baja, pero destaca que los pisos están llenos de polilla.

El patio trasero está sucio y, para colmo, lleno de agua; además, según los vecinos, cuando lavan en el piso superior nadie puede estar allí por el abundante agua sucia que cae.

Aunque luchan por mantenerlo limpio, la inconciencia de otros permite que las ratas tengan a dónde vivir.

En tanto destacan que hace mucho tiempo que no reciben la visita de las autoridades.