Su positivismo es la clave de su éxito. Santiago Rodríguez hace trece años repara los zapatos del pueblo, al que le ha servido brindándole un trabajo de calidad.
Su puesto de trabajo es una de las aceras de Calidonia, aprendió de un maestro de zapatería, porque cuando él tenía 13 años lo visitaba y, de paso, le hacía los mandados hasta que aprendió el oficio.
Con esto, levantó a sus seis hijos que han optado por una licenciatura y otros por un oficio. En las mañanas, Santiago antes de salir de su casa ora y hace su trabajo con la dirección de Dios.
Sabe que el camino no ha sido fácil, pero también que las personas que no se capacitan, carecen de un puesto para desempeñarse y optan por el área de los servicios; en este caso, él se inclinó por la zapatería.
En sus inicios, había pocos zapateros, el dinero no era en volumen, pero alcanzaba para mantener a la familia. Sin embargo con los años, los materiales han aumentado su precio, pese a que el costo de los trabajos se mantiene.
Los zapateros usan materiales importados, como glucón, más resistente que el cuero nacional, que es una zuela roja, porque siempre tiene queja de los clientes.
Sus trabajos son para el momento y sus mayores clientes son las mujeres, que pierden las chapitas de los zapatos en el camino.
Muchas veces, el precio de los trabajos lo deja a conciencia del pueblo, porque la gente busca el servicio humilde.
QUE HACE
Hace media zuela, zuela entera, tintes, tapitas, arregla bolsos, carteras y maletas.
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