Fue escalando hasta asegurar su jubilación. No obstante, aún sigue ejerciendo su profesión con mucho entusiasmo.
Esa es una de las experiencias que puede contar Justo Moreno, quien en 1964 estableció un pequeño taller de sastrería en Calle 15, Santa Ana.
Pero su trayectoria se inicia en 1954, cuando comenzó a prestar sus servicios para Gran Morrison. Allí le pagaban un sueldo de 18 dólares quincenales.
"No había qué hacer, los trabajos estaban escasos y se ganaba muy poco". Esa fueron algunas de las razones que lo inspiraron a ser un genio en la costura.
Relató que cuando salía del trabajo se iba para el taller. Allí laboraba con un amigo llamado Antonio Puello, quien era el "saquero". Ambos subsistían de esta actividad.
Eso le costó mucho sacrificio, pues laboraba todo el día y en la noche atendía sus negocios personales.
Moreno manifestó que también tuvo la oportunidad de hacer carteras con diseños de molas, mercancía que fue muy cotizada por la década de los 80. Se atrevió a decir que se vendían como pan caliente.
Lamentablemente, el taller de Justo se quemó en un incendio, razón por la cual en 1971 se mudó a Santa María, Betania.
Allí habilitó una parte de su apartamento como taller y con su clientela fija, sigue siendo un sastre muy aplicado. Ya son 30 años de esta experiencia.
Una de las grandes satisfacciones de Justo Moreno es que con esta actividad profesional, logró graduar a su única hija en Administración de Empresas.
Hoy, Justo Moreno sigue siendo muy respetado por su profesionalismo. Vale la pena recalcar que Justo se inició en Gran Morrison como mensajero, luego fue ayudante de almacén y se jubiló atendiendo en el Departamento de Crédito.
Usted puede ubicarlo en el edificio 16 de Santa María o llamando al 260-1828.
SU TRABAJO
La confección de un pantalón le cuesta B/.10.00. Cambiar un zíper B/.2.00, igual precio para hacer un par de bastas.
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