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ENTRE NOS
Alegró a su pueblo

Por: Elizabeth Muñoz de Lao | Editora General DIAaDIA

Los penonomeños que éramos adolescentes en los años 70 y jóvenes alegres y despreocupados en los 80, estamos de duelo.

En aquellos tiempos, mi mamá no me dejaba salir, pero cuando se me daba la oportunidad de disfrutar del carnaval, corría para la comparsa "Los cascabeleros" y también bailaba con el combo "Pobres, pero felices". Más tarde, quizás porque ya no eran tan pobres y, a lo mejor, no tan felices y despreocupados como en sus años mozos, lo bautizaron como "Los maravillosos".

Muy lejos estaba yo de imaginar, que muchos años después, uno de los fundadores de ese combo iba a ser el suegro de mi sobrino. Mucho menos imaginé que Dios lo llamaría tan pronto a su seno, quizás porque necesitaba un ángel que alegrara con su música el cielo.

Ese era Félix Berrocal, una de esas personas que uno no trata directamente ni todos los días, pero que de tanto oír su nombre, siente que lo conoce de toda la vida.

Lo recuerdo grandote y fuerte, en compañía de sus hermanos, entre ellos, Ricachá; de cantantes ahora conocidos, como Lucho Salazar, y de la familia Ramos, alegrando, animando, tocando y cantando tonadas como "ayayayai, cascabeleros, cantando, bailando esta rica samba, al ritmo de los tambores...". O aquella que decía: "Yo no lloré, porque no sé llorar, ni reclamé, porque no soy de reclamar, sólo exalté cascabeles, amor y fantasía, cantemos todos porque somos los reyes de la alegría".

No hace ni siquiera un mes que su hija se casó con mi sobrino. Ese día tocó con su combo que alegraba la fiesta. En ese momento volví a la adolescencia y valoré, una vez más, lo que el grupo representaba en la vida de los penonomeños. El traía la música de Brasil, donde estudiaba, y la fusionaba con melodías locales y de otros países para irradiar alegría en las calles penonomeñas.

Pero Félix no sólo fue músico, también hizo su aporte a la vida nacional desde diversos puestos públicos, como director regional del MICI, en los 80, y como director regional del IDAAN, donde laboraba al momento de su deceso el pasado sábado. También era profesor del Centro Regional Universitario de Coclé.

Formó una bonita familia, cuyos hijos heredaron su vena musical.

Desde esta columna deseo hacer un humilde, pero sincero homenaje a un hombre que marcó una época, y que será recordado como el músico que alegró a todo un pueblo.





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