Haz como los pájaros: comienza el día cantando. La música es alimento para el espíritu. Canta cualquier cosa, canta desafinado, pero canta.
Ríete de ti mismo. Es el comienzo para ser feliz. Ríete abiertamente, para que todos se puedan contagiar de tu alegría.
No te dejes abatir por los problemas. Si tratas de convencerte de que estás bien, terminarás convenciéndote de que realmente lo estás, y cuando menos lo pienses, te vas a sentir realmente bien.
El buen humor, así como el mal humor, se contagian. ¿Cuál de ellos vas a escoger? Si estás de buen humor, las personas a tu alrededor también lo estarán y lo necesitan, como tú.
Lee libros, lee poesía; la poesía es el arte de aceitar el alma. Lee novelas, historias de amor, todo lo que reviva tus sentimientos.
Camina, corre, salta... El peso de la cabeza es muy grande, contrabalancéalo con algo. Y te vas a sentir mejor, más animado, más joven. Encara tus obligaciones con satisfacción. Es maravilloso disfrutar lo que se hace. Pon amor en todo lo que está a tu alcance. Cuando te propongas hacer algo, ¡métete de cabeza! No dejes escapar las oportunidades, no vuelven. Habla, conversa, explica, discute y perdona: el silencio mata. Exterioriza todo, deja que las personas sepan que las estimas, que las amas, que las necesitas...
Amar no es una vergüenza, por el contrario, es lindo. Vuelve a las cosas puras, dedícate a la naturaleza. No seas aburrido(a). ¡Tú puedes!