
De tantas artesanías, no se sabe cuál escoger. Fotos: MILAGROS MURILLO F.
De tantas artesanías, no se sabe cuál escoger. Fotos: MILAGROS MURILLO F.
De tantas artesanías, no se sabe cuál escoger. Fotos: MILAGROS MURILLO F.
El taller está ubicado en el barrio de San Antonio.
Todas las piezas también son barnizadas.
Esta señora revisa una por una para verificar su calidad.
El señor Gregorio junto a las artesanías terminadas
Las venden a módicos precios.
Las mujeres pintan delicadamente.
Son toda una obra de arte.
Cada artesanía es cuidadosamente elaborada.
Son muy llamativas.
El señor Jaime Ricardo es uno de los carpinteros.
Fredy Francisco Rivera corta con cuidado las cruces.
Luego pasan a la parte de dibujo y diseño.
La señora Yolanda Mancilla lleva 10 años en la cooperativa.
De tantas artesanías, no se sabe cuál escoger. Fotos: MILAGROS MURILLO F.
El taller está ubicado en el barrio de San Antonio.
Todas las piezas también son barnizadas.
Esta señora revisa una por una para verificar su calidad.
El señor Gregorio junto a las artesanías terminadas
Las venden a módicos precios.
Las mujeres pintan delicadamente.
Son toda una obra de arte.
Cada artesanía es cuidadosamente elaborada.
Son muy llamativas.
El señor Jaime Ricardo es uno de los carpinteros.
Fredy Francisco Rivera corta con cuidado las cruces.
Luego pasan a la parte de dibujo y diseño.
La señora Yolanda Mancilla lleva 10 años en la cooperativa.
De tantas artesanías, no se sabe cuál escoger. Fotos: MILAGROS MURILLO F.
El taller está ubicado en el barrio de San Antonio.
Todas las piezas también son barnizadas.
Esta señora revisa una por una para verificar su calidad.
El señor Gregorio junto a las artesanías terminadas
Las venden a módicos precios.
Las mujeres pintan delicadamente.
Son toda una obra de arte.
Cada artesanía es cuidadosamente elaborada.
Son muy llamativas.
El señor Jaime Ricardo es uno de los carpinteros.
Fredy Francisco Rivera corta con cuidado las cruces.
Luego pasan a la parte de dibujo y diseño.
La señora Yolanda Mancilla lleva 10 años en la cooperativa.
De tantas artesanías, no se sabe cuál escoger. Fotos: MILAGROS MURILLO F.
El taller está ubicado en el barrio de San Antonio.
Todas las piezas también son barnizadas.
Esta señora revisa una por una para verificar su calidad.
El señor Gregorio junto a las artesanías terminadas
Las venden a módicos precios.
Las mujeres pintan delicadamente.
Son toda una obra de arte.
Cada artesanía es cuidadosamente elaborada.
Son muy llamativas.
El señor Jaime Ricardo es uno de los carpinteros.
Fredy Francisco Rivera corta con cuidado las cruces.
Luego pasan a la parte de dibujo y diseño.
La señora Yolanda Mancilla lleva 10 años en la cooperativa.
De tantas artesanías, no se sabe cuál escoger. Fotos: MILAGROS MURILLO F.
El taller está ubicado en el barrio de San Antonio.
Todas las piezas también son barnizadas.
Esta señora revisa una por una para verificar su calidad.
El señor Gregorio junto a las artesanías terminadas
Las venden a módicos precios.
Las mujeres pintan delicadamente.
Son toda una obra de arte.
Cada artesanía es cuidadosamente elaborada.
Son muy llamativas.
El señor Jaime Ricardo es uno de los carpinteros.
Fredy Francisco Rivera corta con cuidado las cruces.
Luego pasan a la parte de dibujo y diseño.
La señora Yolanda Mancilla lleva 10 años en la cooperativa.
“La mejor artesanía de la ciudad de La Palma en El Salvador”. Allá, en ese país centroamericano marcado por el estigma de las temidas maras, un grupo de personas se dedica a trabajar la madera. Con sus propias manos y mucha dedicación hacen maravillas que recorren el mundo con cada turista que adquiere los productos.
Todo ocurre en un pequeño taller ubicado en el barrio de San Antonio, en La Palma, departamento de Chalatenango en El Salvador, donde hombres y mujeres parecen hormiguitas laborando para la Asociación Cooperativa “La Semilla de Dios” de R.L.
El señor Gregorio Alberto Díaz está al frente de la asociación, y lleno de orgullo les dice a los visitantes que las artesanías que allí hacen, en su gran mayoría son para la exportación.
Desde aquel 27 de agosto de 1977 cuando se fundó la asociación, ya han pasado 34 años, pero los salvadoreños han sabido ir actualizando el producto sin perder la esencia que artistas como el salvadoreño Fernando Llort les enseñó. Y es que él fue uno de los fundadores, quien les hizo comprender que había algo más que labrar la tierra.
Las artesanías son muy singulares, con un sello único de ese país centroamericano que resalta los paisajes sobre la madera, generalmente de pino blanco que es un árbol de la zona, pero también trabajan sobre tela y lata.
Díaz explicó que en el taller laboran alrededor de 35 personas, por lo que esto es una fuente de trabajo para sus familias. “Aquí vivimos y aquí trabajamos”, sentenció.