Su testimonio de vida conmueve y es un digno ejemplo de superación, pues se remonta a un pasaje bíblico que señala que "nada es imposible para quien tiene fe".
Esa es Nashka Molino, una joven de 23 años que vive cada momento de su vida con mucha alegría y rodeada del amor de sus padres y amigos.
Vino al mundo el 12 de enero de 1981 y sostuvo que por negligencia médica sufrió una hipóxia cerebral al momento de nacer. A esto se le añadió un cuadro de desnutrición por los problemas cardiácos a los que se enfrentó. Sin embargo, la fe de sus padres no flaqueó. Al pasar de los años sus padres la llevaron a recibir terapias en el IPHE, CSS, Centro Clínico de Estimulación Integral y en el Centro de Rehabilitación para Impedidos.
La experiencia no fue nada fácil, pero los resultados fueron sorprendentes, pues con el tiempo comenzó a gatear, caminar y hablar.
Nashka Molino estudió en escuelas como Minerva Marín y Ricardo Miró. Allí experimentó el aprecio de sus compañeros y cada día se proponía más retos. Está convencida de que las personas con capacidades especiales se pueden integrar a las escuelas regulares.
Se graduó en la Escuela Vocacional Especial y continuó sus estudios hasta llegar al Instituto Preparatorio Pedagógico. Trabajó como voluntaria en el Centro de Rehabilitación para Impedidos, en el MINJUNFA, Patronato Luz del Ciego, y Nutre Hogar.
Sentenció que no hay que tener pereza para nada porque después el tigre se los puede comer, pues hay que enfrentar los retos sin tener miedo.
Actualmente está en la Universidad Especializada de las Américas, para ser una Docente Integral, es decir, ayudar a niños y jóvenes con necesidades especiales.
Pidió a la personas normales que aprendan a convivir con las personas con discapacidad y que se respeten las leyes que amparan a las personas discapacitadas para que tengan las mismas oportunidades de trabajo. Su meta a largo plazo es crear centros de apoyo a los discapacitados en el interior del país.
|