Los seguidores del clérigo radical chií, Moqtada al-Sadr, se tomaron las calles de la ciudad de Nayaf para corearle a su ídolo un juramento de fidelidad hasta la muerte. En Nayaf, se reanudaron los combates militares, debido a que al-Sadr rechazó la orden final del Primer Ministro, Ilid Alaui, de desarmar su milicia o enfrentarse a ataques norteamericanos.
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