A eso de caer y volver a levantarte, de fracasar y volver a comenzar, de seguir un camino y tener que torcerlo, de encontrar el dolor y tener que afrontarlo, a eso, no le llames adversidad, llámale SABIDURÍA.
A eso de sentir la mano de Dios y saberte impotente, de fijarte una meta y tener que seguir otra, de huir de una pruebay tener que encararla, de planear un vuelo y tener que recortarlo, de aspirar y no poder, de querer y no saber, de avanzar y no llegar, a eso, no le llames castigo, llámale ENSEÑANZA.
A eso, de pasar días juntos radiantes, días felices y días tristes, días de soledad y días de compañía, a eso, no le llames rutina, llámale EXPERIENCIA.
A eso, de que tus ojos miren y tus oídos oigan y tu cerebro funcione y tus manos trabajen y tu alma irradie y tu sensibilidad sienta y tu corazón ame, a eso, no le llames poder humano, llámale MILAGRO.
Eso es lo que Dios le ha dado a cada hijo suyo por amor, y cada hijo debe saber valorarlo por amor a su Padre.
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