Superó la adversidad.

Quien en su niñez atravesó problemas de salud, y aquellas vicisitudes de vivir en una de las provincias en donde reina la mala distribución de la riqueza (Colón), está hoy en lo más alto de la cima de su carrera deportiva.

Ese es hoy el campeón olímpico del salto largo. Irving Jahir Saladino Aranda fue un niño inquieto desde su niñez, pese a que su padres, David y Cristina, pensaban que no iba a sobrevivir, ya que estuvo padeciendo de una enfermedad que motivaba que todo lo que comía lo vomitara.

Esa misma inquietud de niño la mostró su madre cuando estaba a punto de dar a luz a Irving.

"Cuando me entraron los dolores de parto, fuimos al hospital, estaba muy nerviosa y como no había roto fuente, me preocupé y me levanté a caminar, pero el doctor me llamó la atención y me dijo que me acostara porque le podía pasar algo al bebé. Le hice caso y al final nació Irving", comentó Cristina.

Apenas Irving fue bautizado, todos sus males fueron desapareciendo hasta convertirse en un niño sano, y hoy día es el joven que ha elevado el nombre de Panamá en el firmamento deportivo, ganando la primera medalla de oro olímpica de Panamá.

A este chico, la vida y el destino le tenía un espacio guardado en la historia del país. Fue cuadro de honor en la Escuela República de Uruguay, donde fue descubierto por su maestra de Educación Física.

Él practicaba diversos deportes, y cuando incursionó en el atletismo desde niño, corría 70 metros; saltaba, pero su deseo era convertirse en jugador de Grandes Ligas.

Sin embargo, un día por su mente pasó la idea de tomar otro rumbo (el atletismo), y ha sido ese nuevo camino que hoy lo ha llevado a la gloria y que ha llenado de alegría y felicidad a los panameños: ser el número uno de todo el mundo en el salto largo.

MEJORIA DIVINA

A pesar de que tuvo algunos problemas de salud cuando era niño, las oraciones de sus padres fueron escuchadas por el Todopoderoso y desaparecieron todos sus males.