Ser muy alarmista no es lo más recomendable, pero si tiene lunares u observa que de repente le están saliendo o creciendo algunos que tenía, es bueno que vaya al médico y se haga un chequeo.
En cuanto a los lunares, lo que realmente debe llevarle directo hacia el médico de cabecera es cualquier cambio, aunque sea mínimo, en la apariencia de una peca o lunar. Si percibe alguno de estos cambios, acuda rápidamente al dermatólogo.
El color: Los cambios de tono en una peca son muy significativos.
El tamaño: Los lunares malignos suelen tener un diámetro que supera los seis milímetros.
La cautela es imprescindible, pero tampoco puede olvidarse de observar su cuerpo. Él tiene las respuestas. No se obsesione, pero no se abandone. Repase sus pecas. Obsérvelas y analícelas.
Las asimetrías y los bordes irregulares: Los lunares no tienen por qué ser perfectamente simétricos, pero es habitual que en los lunares malignos las irregularidades sean extremas y vayan creciendo y aumentando.
El relieve y el volumen: Es cierto que hay algunas pecas que tienen un cierto volumen. Si éste no se altera, en principio, no supone ningún problema; pero si el relieve aumenta o se extiende, debería acudir al especialista. La aparición de alguna hinchazón próxima al lunar, puede ser un motivo de alarma.
La observación constante del cuerpo es la clave de la salud.
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