No cabe duda de que la hazaña lograda por el colonense Irving Saladino, el pasado lunes en los Juegos Olímpicos de Beijing, ha desatado una gran fiebre en todo Panamá.

Y es que hasta en los lugares más recónditos de la geografía nacional se han contagiado con el importante hecho.

En la comarca Ngobe Buglé - muy lejos de la realidad que se vive en la capital de Panamá y en Colón, niños descalzos, con humilde vestimenta, miradas perdidas y que al mismo tiempo denotan inocencia, se han olvidado por un momento de su pobreza y del hambre que en ocasiones pasan, para seguir de cerca las incidencias, jugar saltando como el campeón y celebrar orgullosos de ser panameños.