EL pozo brocal es un poco peligroso, pues los niños podrían caerse allí. (Foto: ROBERTO BARRIOS)
Yanelis Domínguez
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Varias veces al día, Ezequiel Rodríguez tiene que tomar su cubo y pararse en el portal de su casa para decidir cuál de las dos opciones es la mejor para abastecerse de agua. Y es que en El Llano de Arraiján, un poblado cerca de la capital, todavía se utiliza un pozo de bombeo y otro pozo brocal, que datan de muchos años.
Son tres casas las que dependen de un pozo que con chillidos, como señal de desgaste, anuncia que alguien está bombeando para obtener un poco de agua. Este es el pozo de bombeo, que mediante una palanca manejada manualmente, extrae el agua directo de la tierra.
Contrario al pozo brocal, que fue excavado a mano por los moradores, aunque el trabajo resulta más fácil, pues el agua sube a la superficie del hueco por sí sola y se mantiene allí hasta que es extraída por un tanque colgado de una cuerda.
Estos moradores expresaron que hace 32 años están sin agua potable y nadie les brinda la ayuda. " A lo mejor, porque piensan que nosotros estamos felices con estos pozos y no es así", dijo Ezequiel, quien explicó que en gobiernos pasados los mantuvieron engañados, pues le prometieron que les colocarían unas tuberías de agua y nunca fue cierto.
A pesar de que el agua de los pozos sale limpia y nunca les falta, no es agua potable y temen que en algún momento sufran una enfermedad, especialmente la gran cantidad de niños que habitan en esta comunidad.
PELIGROSO
El agua de los pozos es usada para todas las necesidades del hogar, incluso la usan para cocinar los alimentos.