Un apoteósico recibimiento le dio el pueblo panameño ayer al ídolo Irving Saladino
El campeón Irving Saladino estuvo a punto de llorar al ver la grandiosa bienvenida que le dio el pueblo panameño. (Foto: Alejandro Méndez, Omar Batista, Edwin Navarro, Gonzalo Bocanegra, Jorge Silot, Miguel Cavalli, Alcides Rodríquez y Adriano Duff / EPASA)
Vielka Cádiz Franco
| DIAaDIA
Patria... son tantas cosas bellas.
La grandiosa bienvenida que el pueblo panameño le dio ayer al campeón mundial y olímpico de salto largo, Irving Saladino Aranda, quedará grabada para siempre en la historia deportiva panameña.
El reloj marcaba las 12:00 del mediodía, cuando el nuevo ídolo de Panamá llegó a las inmediaciones del edificio de la Administración del Canal, donde una multitud de panameños y también extranjeros, se aguantó primero un sofocante sol y después un repentino aguacero para esperar con ansias al medallista de oro.
La intensa lluvia que en ese momento caía sobre el sector, no fue impedimento para que el "Canguro" se bajara de inmediato del auto y corriera hasta la tarima para saludar a los miles de compatriotas que allí estaban para vitorearlo, aclamarlo, aplaudirlo y corear su nombre.
Sus ojos brillaban, sus labios dibujaban una hermosa sonrisa y allí, evidentemente emocionado, el campeón de oro le dio las gracias a todo el pueblo panameño por el cariño brindado y con la voz entrecortada, dijo que no lloraba porque le daba "pena".
La fiesta continuó sin que la lluvia hiciera mover a nadie, y tanto Saladino como el resto de los panameños presentes se erizaron cuando escucharon al exitoso cantautor criollo Rubén Blades, cantar el tan sonado tema "Patria".
Los minutos transcurrieron y el campeón procedió a retirarse, pero antes, saludó con la humildad que lo caracteriza a algunos pequeños que se le acercaron y también envió un mensaje a la juventud y a la niñez de este país para que sigan sus pasos, se alejen de las cosas malas, estudien y así puedan darles cosas bellas a este, su querido país.
El campeón Irving Saladino encabezó después una caravana por distintos puntos de la capital, lo que hizo que la multitud se volcara a las calles para saludarlo, felicitarlo y mostrarle cuán orgullosos estaban de él. De allí, siguió por tierra hasta su natal Colón.