John X no sabía lo que era el amor hasta que conoció el corazón de Hollys Mayer, digo el corazón, porque desde hacía más de un año que en la biblioteca de Florida, quedó intrigado con las notas escritas en el margen. La escritura suave reflejaba un alma pensativa y una mente brillante; en la primera página vio el nombre de Hollys. Con tiempo y esfuerzo, localizó su dirección.
Le escribió una carta, así empezó el idilio. John fue enviado a la Segunda Guerra Mundial, siguieron escribiéndose y el romance fue creciendo. John le pidió una fotografía, pero ella se negó, sentía que si a él de verdad le interesaba, no importaría cómo ella luciera. Cuando por fin llegó el día en que él regresaría de Europa, ellos arreglaron su primer encuentro. Ella llevaría una rosa en la solapa.
Así que a las siete John estaba en la estación buscándola. De repente, una linda mujer se le acerca, alta y esbelta, con hermoso cabello rubio y rizado que acentuaba sus ojos azules. Él comenzó a caminar hacia ella sin darse cuenta de que no llevaba la rosa, casi incontrolablemente dio un paso hacia ella, y entonces, vio a Hollis Maynell. Estaba parada detrás de la chica. Ya pasada de sus 40, con cabello grisáceo. La chica en el traje verde se iba rápidamente. Tal vez no sería amor, pero sí una linda amistad.
Un tanto decepcionado, pero feliz de conocerla, se presentó y la invitó a cenar. Ella ensanchó en una sonrisa tolerante. "No sé de qué se trata esto hijo", respondió, "pero la señorita en el traje verde que se acaba de ir me rogó que usara esta rosa en mi abrigo. Y ella dijo que si usted me invitaba a cenar, yo le diría que lo está esperando en el restaurante de enfrente. Ella dijo que era una clase de prueba".
Cuando de verdad se ama, no importa lo físico.
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